Javier
Campos (Santiago de Chile, 1947). Reside en EE.UU
desde 1977. Ha publicado una novela (Los saltimbanquis,
1999, RIL editores) y cuatro libros de poesía:
Las últimas fotografías (Uruguay, 1981);
La ciudad en llamas (Chile,1986,), Las cartas olvidadas
del astronauta (EEUU,1991). Este último poemario
obtuvo el primer premio Letras de Oro en 1990 para
escritores latinoamericanos residentes en Estados
Unidos. El año 1998 fue finalista en premio
Casa de las Américas, Cuba, con su cuarto libro
de poesía El astronauta en llamas, (Chile,
2000, LOM). Su poesía ha sido traducida al
inglés y alemán asi como incorporada
en antologías latinoamericanas. También
ha publicado diversos ensayos sobre poesía
y narrativa chilena, y latinoamericana, en revistas
especializadas. En diciembre de 2002 ganó el
premio de poesía, categoría poema largo,
en el concurso Internacional Premio “Juan Rulfo”
de Radio Francia Internacional. Es profesor de literatura
latinoamericana en la Universidad jesuita de Fairfield,
Connecticut, Estados Unidos.
Actualmente es columnista regular del periódico
chileno en Internet www.Elmostrador.cl .
En 2003 RIL, Red Internacional del Libro, publica
el primer libro de cuentos de Campos: La mujer que
se parecía a Sharon Stone. El libro de cuentos
viene con un breve prólogo del escritor argentino
Mempo Giardinelli.
La
biblioteca de Alejandría
En estas bibliotecas
tan infinitas como hace milenios lo fue la de Alejandría,
adorada Alba
¿dónde quedarán estos versos?
es
decir,
¿En
qué diminuto estante
de una más diminuta sección
de la biblioteca más extensa del universo
mi único libro de poemas que escribí
para ti?
Y
mi nombre ¿quién acaso lo recordará
cuando a la velocidad de la luz
en un archivo igualmente sólo de luces
alguien pase sin siquiera teclear nunca
el
título de este poema
quedar iluminado o indiferente
por alguna línea pasajera?
¿Y
quién será por casualidad
-dentro de una millonésima de probabilidades-
el pasajero virtual
que hojeará al azar en una pantalla de un computador
alguna vez
en el año 3492
aquel perdido libro mío
y
mire (pero no lo leerá) despreocupado quizás
lo que escribí pensando en ti?
¿Quién
recordará
que
hace miles de años tú me inspiraste
y compuse estas palabras hechas de amor,
mi dulce, adorada Alba,
subido en los muros de otra Babilonia
una tarde a fines
del año 2002?
¿o
en qué se convertirán todas estas líneas
que quizás
no fueron escritas por mí
sino
por el poeta Ernesto Cardenal,
cuando él no era todavía un monje
y vivía en Managua
y no yo
tu
poeta joven
y amante somnoliento
quien realmente imaginó todo este poema
pero que nadie,
nunca,
leerá?
como
aquel otro poeta
ciego (y aún era joven cuando se le oscureció
la realidad)
llamado Jorge Luis Borges
quien decía éramos imaginados por alguien
o tal vez se hizo pasar (en el futuro)
por el poeta Nicaragüense y todos los poetas
antes de él
y también por mí mismo
¿Pero quién sabe si aquel joven poeta
de Nicaragua
que escribió un epigrama para una tal Claudia
durante la dictadura de Somosa
hace miles
y
miles de años
fuera yo mismo
y
ahora, a través de una realidad virtual,
recreada miles de años después,
yo
te lo vuelvo a reescribir
únicamente para ti
cuando
ya no hay dictadura alguna ni en Nicaragua
ni en América del Sur
(así lo dicen las megapantallas del planeta)
adorada Alba?
Las rosas de Carpe Diem
“Marchitará la rosa el viento helado
todo lo mudará la edad ligera”
Garcilaso de la Vega
I
Te
gustaba que dejara mis manos calientes
en tus pechos blancos
así te ibas durmiendo
hasta que nos despertaba el olor de las rosas
en la madrugada
fue
aquel entonces el delicioso tiempo
del Carpe Diem
otros
dedos
(que serán los mismos míos que resurgirán
de la muerte de mis huesos
y de mi sueño)
te
volverán a dejar dormida
y otros colores de otras rosas de otra madrugada
en algún punto lejano de alguna galaxia
te harán otra vez tan alegre como hace muchos
siglos
en el pasado
te
acariciaron sin cansancio
todas las manos mías.
II
En
una ventana hay un globo blanco
que sube hacia tus ojos
y tus ojos miran la ventana
y por la ventana todo se ve oscuro y marchito
sólo ha quedado la mesa donde tú me
esperas
aparecer
pero
no soy yo el que reaparece sino
la nada
y aguardas hasta que todo se transforme en polvo
llama ardiendo en el mar
o luz azul que gira perdida en las ciudades:
pero
pasan los siglos y de repente oyes
un pájaro de colores que canta en el jardín
entre
los rosales nuevos del Carpe Diem
III
Me
besaste con tu boca llena de miel caliente
y aromada por tu hermosa juventud
me
succionabas con una somnolienta lujuria
bellísima
hace tantos siglos atrás
un
día la muerte me hizo desaparecer del universo
y sin cerrar los ojos me fui de ti
por varios milenios esperabas que volviera
y por eso resucité de la muerte y regresé
cantado
a buscarte
trayendo
en mi boca
junto al aroma de miel de tu sangre
la
más fresca rosa del Carpe Diem.
IV
Hace
milenios, un día de primavera,
hice pájaros de ramas bajo tu vestido
y en una noche caliente en el Trópico
los pegaste a mi pecho con arena, sol, luna y mar
hoy tienen sus nidos en las paredes de cemento
de nuestra casa
al lado de una ventana abierta
donde un gato somnoliento, pensativo,
burgués satisfecho,
los ve entrar y salir
a
veces suele pasar un tren o un barco por el jardín
y los pájaros se desprenden de esas paredes
cantando
y se quedan parados en la ventana
sueñan con irse a recorrer todo el infinito
Universo
hasta que los encuentre la muerte donde sea
hasta que los vaya calcinando la oscura radioactividad
convirtiéndolos en arena enamorada
o en caliente polvo perfumado
quizás gigantesco tornado de colores
dando vueltas, alucinado,
por las blancas llanuras de la luna llena
V
Qué
haces preciosa Alba con esas velas
al lado de mi cama
y qué miras tan triste, pálida y pensativa
por la ventana
si soy yo el único que te grita y hace señas
desde el fondo de un túnel oscuro
y tú allá arriba indiferente, lejana,
melancólica
por
qué andas con los ojos casi cerrados por la
casa
golpeándote contra los muebles y las paredes
confundiendo las cosas
sacando ropa equivocada de los cajones
y mirando largamente las maletas y los baúles
quiénes
son mi dulce Alba
los que entran en mi cuarto somnolientos
sin hacer ruido,
mirando algo muy lejano y sin límites
por
qué vas cerrando ahora con llaves
todos los cuartos de esta casa
y vienes a poner cada día estas rosas sobre
la tierra
cuando
sabes que regresaré con las flores más
hermosas
del Carpe Diem
para que volvamos a vivir llenos de luz, otra vez,
en esta casa.
VI
Te
amaré hasta cuando no brillen nunca más
todos los sistemas solares que hay en cada una de
las infinitas galaxias
del Universo
y
en ésas que existen más allá
de otros millones de Universos
aún
cuando no hubiera peces en los ríos
ni en los lagos ni en toda el agua de todos los océanos
de todas las estrellas que están a trillones
de años luz
aún
cuando no se oyera jamás el canto de los pájaros
en ningún árbol de todo el Cosmos
aún
cuando los libros que hablaron de la felicidad
o
las canciones que se escribieron sobre el amor
o la soledad humana
se hayan convertido en polvo
en nada
y
las ardientes estrellas de puro fuego
en oscuridad sin fin
en el frío de la más helada nieve
y
aún si estos poemas de amor que te escribí
algún día
se hubieran perdido para siempre entre carbonizadas
bibliotecas
o se convirtieran en marchitas rosas del Carpe Diem
:
todavía
así
te
seguiré amando.
|