TRES TIPOS DE CRITICA

Jorge Arturo Flores

 

 

Qué grato resulta coincidir con algún autor en torno a un tema central. Cómo se alegra el espíritu al comprobar que existe otra persona que opina igual, que comparte nuestras ideas y que, en definitiva, está de acuerdo con nuestros planteamientos. Es, por un lado, una satisfacción, y, por otro, un gran alivio: ya no estamos tan solos en el mundo, hay alguien que analiza igual o parecido.

Menos mal.

Todo ésto como resultado de la lectura de una entrevista otorgada por el crítico argentino, radicado en España, Blas Matamoros a un diario capitalino. El hombre tiene un excelente curriculum y es ampliamente conocido en las letras hispanas y latinoamericanas. Pues bien, en la entrevista citada habla sobre la crítica literaria. El lector que lee ocasionalmente esta crónica, si es que la ha leído alguna vez, (nunca se sabe), recordará nuestros escritos, mejor dicho, los cañones dirigidos a cierto tipo de literatura oscura, enrevesada, que abomina de la claridad y prefiere la jerigonza que, en suma, aburre al lector y lo lanza a ocupaciones más placenteras y menos aburridas.

Entre los géneros que hemos tocado en tanto tiempo escribiendo, aludíamos a la novela y la poesía, además del ensayo. También nuestros dardos apuntaban a la crítica literaria. En este pasaje decíamos que en Chile ésta hace tiempo se extinguió y que se echaba de menos la tarea de esos cinco grandes, Alone, Silva Castro, Latcham, del Solar y Valente. Pues bien, Blas Matamoros coincide con nosotros en lo siguiente:

" Creo que hay más de dos críticas. Una es la periodística que generalmente de crítica tiene muy poco. Luego está la critica académica generalmente producida por una serie de jergas muy específicas hechas para que no las entiendan los terceros. Es el truco de la aristocracia del saber".

Eso lo hemos dicho muchas veces, claro, con menos autoridad que Matamoros y tal vez en forma más simple. Pero es lo mismo. El crítico argentino emplea una ironía formidable: "para que no las entiendan los terceros. Es el truco de la aristocracia del saber".

Formidable.

Finalmente alude a una tercera crítica: la efectuada por los escritores, quienes la conciben como un genero literario. "Ellos se ponen en en el papel de los lectores". Justamente lo que hemos dicho siempre: escribir para el lector, no para sí mismo ni para los amigos intrincados, para quienes cantidad y oscurantismo es sinónimo de calidad. En suma, el placer del texto.

Resulta agradable conversar con alguien que opina igual.

La cosa se hace más entretenida, simple y provechosa.