Babel, Una revista a las puertas del cielo.

Por Roberto Rivera V.

Babel
Revista de Arte y Crítica.
1920/29 Buenos Aires - 1939/44 Santiago, Chile.
Reedición de Textos seleccionados.
Jaime Massardo, Pierina Ferretti, Lorena Fuentes y Patricio Gutiérrez
Lom, 2008, Tres volúmenes, 115, 128 y 86 páginas.

El viernes 12 de diciembre con una interesante asistencia de público juvenil, se presentó en la U. De Valparaíso una reedición de artículos seleccionados de la revista Babel que circuló entre 1920 y 1929 en Buenos Aires y luego entre los años 1939 y 1944 en Chile. El acto, una auténtica celebración, contó con la presencia de David León -hijo de Samuel Glusberg quien dirigió la revista en aquellos años con el seudónimo de Manuel Espinoza – y que viajó expresamente de Buenos Aires para la ocasión; de Patricio Rojas, hijo de Manuel, autor de “A pie por Chile” y de la “Oscura vida radiante” por nombrar otras de sus obras, quien junto a José Santos González Vera de “Cuando era muchacho” codirigieron también la revista.

De Babel podemos decir que no era una revista política, sino muy política, en el mejor sentido de la palabra, anclada en la cultura popular, inserta en el barrio de antaño y sus poéticas, abrevando en las redes sociales y de solidaridad surgidas de los nuevos espacios ciudadanos, que nacen junto con la industria y la modernidad y que logran, ganar un espacio en las representaciones artísticas y culturales, a diferencia de las grandes pobladas anónimas de hoy de las cuales ignoramos casi todo, excepto algún titular de diario antojadizo y sin duda mezquino. Por eso, su relectura pareciera iluminar el espectro político y social que padecemos hoy.

En Babel encontramos en perfecta armonía y complementariedad, “Páginas excluidas de Hijo de Ladrón”de Manuel Rojas con “Recuerdos de José Domingo Gómez Rojas” y “Entrada a Chile”, conviviendo con “El obrero chileno en la pampa salitrera”, un texto inédito de Baldomero Lillo, junto a la lucidez de José Carlos Mariátegui de “El hombre y el mito” y “Los siete ensayos de la realidad peruana”, en secreto diálogo con el Inca Garcilaso y Vilcabamba la vieja, vale señalar, cada vez más vigente y actual, hasta el entrañable “Maruri esquina Cruz” de José Santos González Vera, lugar donde el mismo vivió, y pareciera que quien escribe esta nota también, y en la misma casa, cuarenta años después. Una esquina que concentraba y concentra una energía creativa increíble, porque frente a esta casa larga y estrecha, vivió el pintor Benito Rebolledo, el del niño bebiendo en el grifo, y poco más acá Fernando Alegría de “La maratón del palomo” y “A veces peleaba con su sombra” y por el frente también, en la misma calle, nada menos que Pablo Neruda de los “Crepúsculos de Maruri” y en la misma esquina hoy, José Leandro Urbina de “Las malas juntas” y “Cobro revertido”

Walter Benjamín por aquellos años huyendo de la segunda guerra mundial, comentaba “la gente regresaba de los campos de batalla enmudecida...Una generación que había ido a la escuela en tranvías tirados por caballos, estaba parada bajo el cielo en un paisaje en el cual solamente las nubes seguían siendo iguales y en cuyo centro, en un campo de corrientes destructivas y explosiones, estaba el frágil y minúsculo cuerpo humano”

En desafío a este estruendo es que circulaba también Babel, respondiendo a la destrucción con una poética del afecto por el ser humano, por este frágil cuerpo y haciendo de ello también una auténtica aventura espiritual, en la cual, su sino, su elevación, consiste en llegar efectivamente al cielo como infiere en su momento Kafka, pero llegar haciendo el trayecto completo, sin hacer un salto espiritual sin costo ni aprendizaje, que no recibiría castigo por soberbia alguna y anularía la metáfora, sin ese viaje mítico a lo más alto de lo humano, a la auténtica libertad, individual y social, a la anarquía sin autoridad ni Estado, y en eso consiste tal vez el mayor de sus encantos, en la reiteración del pecado, casi diríamos en su contumacia libertaria. La relectura de Babel, incita al trayecto, al humano empeño de confundir en una todas las lenguas - como dice el mismo Samuel Glusberg - en búsqueda del entendimiento entre los seres humanos para reencuentro de toda la humanidad.

Al mismo tiempo, por excelencia, por norma estética, a fin de imponer respeto al propio enemigo, Babel supo hacer confluir la teoría y el análisis político con las reservas éticas y estéticas del pueblo. La esclavitud de las masas, del pueblo, es ante todo espiritual, así lo entiende Babel, y lo suyo, ser una revista en las condiciones que aparece Babel, en 1921 y 1929 en Buenos Aires en plena crisis mundial, es sin duda una aventura del espíritu, incluso más allá de lo político.

Esa es la actualidad de Babel también, su presencia, la presencia del mundo popular y sus expresiones, el pensamiento de sus élites que hoy, junto con reeditarse, nuevamente dialogan con nosotros desde una identidad recuperada en contraposición a la chilenidad articulada y prefabricada por la dictadura y que sigue dominando sin contrapeso desde las extensas lagunas de la amnesia. Cuando casi no podemos hablar de concepciones populares y subalternas, dada la magnitud de la manipulación y el consenso desorientador impuesto a rajatablas por las clases dominantes y por las nuevas élites surgidas del juego político.

Babel, precisamente pone en cuestión el sentido común reinante, desde el mundo popular donde anida y construye la visión y el punto de vista donde dirige la mirada; junto con ello subvierte la condición subalterna del mundo popular, dando curso a una estética que fluye a través del lenguaje y de las formas de construcción y referencia. En Argentina serán Lugones, Arlt, González Tuñon, Homero Manzi, Juan Marinello entre otros, los que en condiciones semejantes, en un mundo más elaborado, la gran ciudad, Buenos Aires, tomen el testimonio y lleven a cabo el mismo desafío, los de Boedo, de la popular Avda. Boedo contra los de Florida, de la revista “Sur” de Victoria Ocampo, que los representa y que con el sólo nombre da por sentado que ese mundo popular, esa cultura de extramuros, pese a sí mismos, los impregna, menos a Bioy del “Sueño de los Héroes” que a Borges de “Hombre de la esquina rosada” del juego del truco y de la milonga de Jacinto Chiclana.

Leer es reescribir un texto con las propias cargas culturales. Por eso, en tanto re escribimos Babel con nuestra historia, mirando al futuro desde la tradición y la ruptura, esta verdadera modernidad en la mirada, no todo está perdido en manos inadecuadas. Resta agradecer aPierina Ferretti, Lorena Fuentes, Patricio Gutiérrez y Jaime Massardo y a LOM esta muestra de auténtica modernidad.