ALBERTO AGUILAR: “DIARIO DE UN DESCENSO”
Por: Ramón Díaz Eterovic.

“Diario de un descenso” es una sorprendente primera novela del escritor puntarenense Alberto Aguilar, de quien, en la información que se entrega en la contraportada del libro, se dice que tiene 30 años, que estudió en el Liceo San José de Punta Arenas y luego en la Universidad Católica de Valparaíso, donde obtuvo su título de Bachiller en Arte. La novela, publicada en el mes de agosto de este año, tiene una temática y un estilo poco frecuentes en la narrativa magallánica, sólo asociable a algunos relatos y novelas de Juan Mihovilovic Hernández (“Sus desnudos pies en la nieve”, por ejemplo), en lo que se refiere a la profundización psicológica de los personajes y a una historia que se centra en la postura existencial de la protagonista, apartándose de casi todo registro del entorno en que ésta se desenvuelve.

Beatriz Pascual, una pianista retirada, comienza a sentir la necesidad de apartarse de las personas y cosas que le rodean y emprende una extraña búsqueda de soledad e incomunicación. Sin saber qué actitud tomar frente a la situación que la afecta, comienza a escribir un diario de vida donde registra lo que ella misma llama “el distanciamiento entre mi conciencia y la animación de lo existente”. En las páginas del diario o de la novela va quedando, anotados y comentados, los hechos que vive la protagonista, la ruptura con su madre, el alejamiento de un posible amor y de su prima Sofía, las tres personas en apariencias más cercana a la pianista que lucha contra las imágenes y recuerdos que alborotan su conciencia. La novela es la crónica de un derrumbe existencial que se sigue con creciente interés hasta que al final, cuando Beatriz pierde toda capacidad de diferenciar entre oscuridad y claridad, se descubre que la protagonista ha perdido toda noción del tiempo y que sus días han caído en una incertidumbre de la que parece no tener escape.

La novela de Aguilar revela un trabajo meticuloso que habla bien de un autor que, sin duda, a preferido pulir su texto antes que optar por la prisa editorial. Es una novela breve, pero intensa. Bien escrita, de lenguaje preciso, lacónico a ratos, que apunta más a sugerir emociones y no tanto a la descripción de hechos. Una novela poblada de buenas imágenes que dan cuenta de la angustiosa realidad de la protagonista y del desapego que sufre frente a todo lo que la rodea. Es un texto que llama la atención por la historia que plantea y por el rigor con que está escrito y que hace esperar con entusiasmo otras producciones del autor.