"EL SINDICATO" DE FRANCISCO MIRANDA


por: Ramón Díaz Eterovic.

Desde sus primeros libros – “Subversos des(h)echos” y “Perros agónicos”, la narrativa de Francisco Miranda se caracteriza por su fuerza y coherencia para retratar el mundo de los jóvenes marginales que viven en las barriadas santiaguinas, donde el oropel de la modernidad es sólo una sombra que remarca la vieja diferencia entre los que tienen todo y los que ni si quiera tienen derecho a soñar. Sus cuentos, y ahora su novela “El sindicato” (Editorial La Calabaza del Diablo) recrean las vivencias de una generación de jóvenes, nacidos en la década de los años setenta, que conocieron la dictadura en sus infancias, y que posteriormente se han visto enfrentado a una sociedad que les ofrece muy poco o nada. En tal sentido, uno de los méritos del trabajo de Francisco Miranda ha sido incorporar a nuestra narrativa una serie de personajes juveniles, prematuros olvidados de una fiesta a la que nunca fueron invitados; y que después de construir barricadas, crear grupos rock poblacionales y vivir amores iracundos, deciden asumir su marginalidad y parecen apostar todas las energías al carrete del fin de semana.

“El Sindicato” narra la historia de un grupo de estos jóvenes –el Loco Harry, la Machi, el Bicho, el Palito- que después de algunos años vuelven a encontrarse y recuerdan sus experiencias en los tiempos de la dictadura. Están más viejos y en sus miradas se refleja el paso de los años o el desencanto. Algunos de los del grupo no están; han cambiado de rumbos o han caído bajo las balas de la policía. Los sobrevivientes tratan de reconocer en sus amigos las huellas del tiempo en que aún tenían sueños, y poco a poco se dan cuenta que sus vidas han pasado por la moledora de carne y que sólo les va quedando la rebeldía que les permite decir: “Claro, quizá si nos ponemos a sacar conclusiones fáciles lleguemos a reconocer que perdimos. Claro que perdimos, pero en ese trámite nos hicimos, tal como ahora nos pueden ver, erguidos, con la frente en alto, arrogantes y siempre desafiando a cualquiera”.

Miranda hace un descarnado y vital retrato de su generación, con un lenguaje, que al igual que en sus otros libros, es directo, ágil, auténtico en cada uno de sus giros. “El sindicato” es una novela clave para entender el actual mundo juvenil, y es también una vigorosa y lograda novela, con personajes bien construidos, convincentes. Son otros tiempos y otros los personajes, pero igual, al leer la novela de Miranda se recuerdan los textos de Méndez Carrasco, Luis Rivano o Luis Cornejo, en la medida que entrega un realismo sin concesiones que da cuenta del paisaje humano que habita los márgenes capitalinos, y que desde luego, salvo en las crónicas rojas, nunca ocupa espacio en la imagen de país que habitualmente se presenta en los medios de comunicación o en los discursos políticos.

Sigo la obra de Francisco Miranda desde que ganó el Concurso Manuel Rojas, en el año 1991, con su cuento “Urgentes y Rabiosos”. Considero que su libro “Perros agónicos” contiene uno de los buenos volúmenes de cuentos escritos por su generación, y ahora, con su primera novela apreciamos a un escritor que sigue construyendo un proyecto narrativo definido y de calidad. “El Sindicato”, dicho sea de paso, se une al catálogo de buenos autores jóvenes publicados por la editorial Calabaza del Diablo, como Roberto Contreras, Jaime Pinos, Gonzalo León, Nelson Pedreros y Javier Gallardo; una narrativa que quizá no ha tenido la difusión que merece, pero que se está abriendo paso a fuerza de vitalidad y buenas plumas.