Primera “liberación” del año en Cerro Navia
LIBRO LIBRE CELEBRO
A HANS CHRISTIAN ANDERSEN


El escritor Antonio Gil y la Agregada Cultural de la Embajada de Dinamarca, Trine Danklefsen, encabezaron la “liberación” de más de cuatro decenas de antologías con los cuentos del escritor danés en almacenes, botillerías y bazares de esta comuna.

Quemaba el sol en las polvorientas calles de Cerro Navia cuando el grupo encabezado por el escritor Antonio Gil, la Agregada Cultural de la Embajada de Dinamarca, Trine Danklefse y Carolina Codoceo, jefa de gabinete de la Municipalidad de Cerro Navia, junto a los gestores de Libro Libre, Raquel y Tito Azócar, comenzaron el recorrido.

La idea era homenajear a Hans Christian Andersen, en el día en que se celebraban los 200 años de su nacimiento. Llevaban una carga de antologías de sus mejores cuentos para dejar en las botillerías y almacenes del sector. Los libros, donados por la embajada, eran oficialmente “libros libres”, etiquetados especialmente para que los vecinos se los llevaran a sus casas, con el compromiso de devolverlos en el mismo lugar del que los rescatarían.

La aventura comenzó en la botillería Marcela, de Mapocho con Galo González, donde la señora Rosa Muñoz, en medio del “vuelto” de la cerveza y las botellas de bebida que le pasaban los niños sedientos del sector, recibió al grupo de “liberadores”. Calmó un rato el ajetreo de la botillería para tomar las antologías de Andersen, acariciarlas un poco, recibir la hoja de inscripción y empezar, en el momento, a inscribir a los niños que entraban curiosos y divertidos.

Había varios negocios que esperaban al grupo, así es que la conversa fue bien entusiasta, pero hubo que partir, dejándola feliz en medio del bullicio de los niños y el chocar de las botellas de las “escudo”.

En el Bazar Margarita, la mismísima Margarita Vidal y Manuel Cárcamo recibieron felices sus libros y se interiorizaron en la hoja de inscripción, donde los vecinos comenzaron a anotarse para llevar los libros y leerlos con toda calma.

Antonio Gil y Trine Danklefsen se dedicaban a saludar y conversar con los propietarios, luego de la entrega “oficial” que registraba la cámara digital de Tito Azócar, el codirector de Libro Libre, transformado en ágil reportero de sociales. La jefa de gabinete de Cerro Navia, Carolina Codoceo, ponía el marco comunal al evento y supervigilaba los detalles para que todo saliera “a pedir de boca”.

Pero el grupo no podía quedarse chachareando “libremente”, como los “libros libres”, ni celebrando las “tallas” de Pastillita, el payaso que repartís volantes y afiches de Libro Libro y de Andersen a diestra y siniestra. Esperaban más almacenes y botillerías, como el Full Market, de Delfina y Nelson Díaz, simpáticos y acogedores. Un enjambre de chiquillos se agregaba al grupo “oficial” de “liberadores” que enfiló hacia la calle Jorge Giles, donde esperaba Marcia Alejandra Valdés detrás del mostrador del apetitoso Santa Alejandra y su surtido de jamones, quesos y huevos.

Al frente, por la misma calle Jorge Giles, Norma Rojas esperaba la visita en medio del olor a pan fresquito y a las ganas de “tomar once” que les vinieron a algunos. Antonio Gil le entregó las antologías y ella, siempre sonriente y muy amable conversó con todos y se comprometió a liberar los libros en medio de las mermeladas, confites y verduras.

Josefina Yévenes, del local de al lado, nos hizo “la desconocida”, -Seguramente tuvo que salir-, la justificó la señora Norma y nos ofreció contarle apenas apareciera que le habíamos dejado un sobre con libros en uno de los canastos de la verdura. Sí, porque era la más entusiasta y la más lectora, una líder nata para hincarle el diente al “libro libre”. Sí, tuvo que salir y la señora Norma le contará todo apenas aparezca. Quedamos conformes y enfilamos hacia el Centro Cultural, en la calle Galo González, donde
Antonio Gil, Trine Danklefsen y Libro Libre dialogaron con un estupendo locutor del programa de “raege” que se entusiasmó con el tema y empezó a difundirlo en su programa.

La jornada había concluido. Un poco polvorientos y acalorados nos despedimos de los invitados, de los representantes de Cerro Navia y nos fuimos felices de haber liberado los maravillosos cuentos del soñador que fue Hans Christian Andersen, los que ahora deambulan de casa en casa y de almacén en almacén.
¿Tiene pílsen? Sí, y también tengo libros, dirá desde ahora la atareada señora Rosa, de la proverbial y bien surtida botillería Marcela.