La literatura chilena en el colegio

Jorge Arturo Flores

En Chile, (no sabemos si esto también ocurre en el resto de los países americanos), los jóvenes no se han tornado muy adictos a la lectura, salvo las excepciones de rigor ( Las adicciones corren por otra cuerda). Y los técnicos en la materia aducen varias razones para que ello no ocurra. El aburrimiento es uno de ellos. Se habla también de los juegos electrónicos, el computador, el chateo, pasando por la televisión y terminando en actividades que no involucren obligaciones.

Los tiempos no están, parece,para leer.

Los enemigos de la lectura

Ciertamente el influjo de la televisión, las fiestas juveniles, la facilidad para jugar en consolas o en el computador, la dificultad para comprar libros a precios razonables, además de todos los defectos de la globalización, conspiran para que la juventud chilena (salvo excepciones) les agrade ojear un libro. Esta preocupación ha llevado a nuestros educadores a obligarlos a leerun libro mensual en muchas escuelas y colegios.

Con eso creen paliar el déficit.

Sin embargo, esas buenas intenciones pecan, a veces,de candidez y falta de pragmatismo.

Por un lado, las obligaciones automáticamente generan un rechazo universal. A nadie le gusta que lo obliguen a realizar ciertos esfuerzos, aunque de por medio esté el futuro cultural. Es un rechazo instintivo. Por otro lado, la elección de los libros es un asunto delicado y debería poseer algún basamento pedagógico o didáctico. Esto importa que los libros sean elegidos de acuerdo a la edad del educando, lo cual es lógico, y, lo otro, apuntar a una cuestión muy trivial, pero que no deja ser importante: el volumen.

La imagen deun libro de 500 o 300 páginas desanima al más empeñoso.

Por ahí parten algunas falencias para el incentivo de la lectura en la juventud chilena.

Como consecuencia de todo esto, los jóvenes chilenos, mejor dicho, varias generaciones de alumnos, saben muy poco de literatura chilena. Como los obligan a leer, no le toman el gusto.Entonces, cuando se les pregunta por tal autor chileno o cual obra, no siempre responden de corrido ni con el conocimiento necesario. Lo que es generalizado es una expresión de ignorancia, encogiendo los hombros y acompañado de una sonrisa beatifica que pide comprensión. Otros,más prácticos, esgrimen que las letras chilenas son aburridas...

Por ese lado, sin duda,estamos mal, salvo, repetimos, las excepciones acostumbradas.

 La necesidad de acertadas metodologías

Metodológicamente hablando debiérase comenzar con libros pequeños, de fácil lectura, que incentive el agrado. No hay que despreciar el placer en la vida. Gran parte de nuestra existencia transcurreen función de él, huyendo del dolor o de las molestias o de las obligaciones. Luego, paulatinamente, ir aumentando el nivel. Es decir,paso a paso, de lo más pequeño a lo más grande, de los más simplea lo más complejo, de lo lento a lo rápido, etc.

La otra falencia tiene que ver con la obligación. ¿Por qué no dejar al alumno elegir libremente, desde una pauta predeterminada, la elección de los textos?. Es obligación igual, pero se relativiza su peso.

Puede ser.

Persiste la realidad

Habrán muchas razones que impugnen estas ligeras reflexiones,y, en algunos casos, con mayor alcance académico , es decir, de corte muy técnico,pero lo nuestro es la visión de la realidad, de lo que nos traen nuestros hijos y los hijos de nuestros escasos amigos. A simple vista, y de esa manera, no se logrará incentivar la lectura en los jóvenes, ni aun cuando el ejemplo de los padres leyendo sea una imagen repetida a diario oel consejo paternal en torno a las bondades de leer un libro sean constantes y hasta majaderas.

La literatura chilena no sale victoriosa, ciertamente, de esta instancia.

Los enemigos externos son muchos. Aparte, reiteramos,de la televisión, los juegos, las fiestas y el computador, estamos frente a una muralla educacional que no se caracteriza, precisamente, por dar con el palo al gato.

Más bien, da palos de ciego.