Jorge Arturo Flores
La mujer en las letras chilenas
El lugar que la mujer ha tenido en la literatura chilena permite situarla en
dos dimensiones: una, como personaje o protagonista de los textos literarios
y la otra, como mujer de carne y hueso, que emplea la pluma y da a luz libros
de interés general.
En la primera dimensión, es indiscutible que la mujer es motivo esencial
en los volúmenes editados en este país. Los escritores, que son
mayoría en cierta época de nuestra historia literaria, colocan
a su contraparte femenina en lugares destacados dentro de sus obras, ya sea
como madre, esposa, compañera, novia, centro de sus amores, amarguras
y sinsabores, etc. como también transformándola en personaje principal.
Hay algunos libros que llevan el nombre de mujer: Cecilia de Januario Espinoza,
Gladys Fairfield de Blest Gana, La Quintrala de Magdalena Petit, Bárbara
de Fernando Santiván, Juana Lucero de Augusto Dhalmar, Mónica
Sanders de Salvador Reyes, Mercedes Urízar de Luis Durand, Gracia y el
Forastero de Guillermo Blanco, María de los Angeles de Edgardo Garrido
Merino etc., por nombrar sólo algunos que ya forman parte de la historiografía.
La visión masculina de la protagonista femenina, sin embargo, está
enturbiada por su óptica machista. No sale de los lugares comunes de
entonces: madres abnegadas, esposas fieles, compañeras silenciosas, mujeres
de vida alegre, celosas, obsesivas, frías y calculadoras, etc. Cuando
abandona esos campos, es decir, cuando se adentra en la sicología femenina,
el cambio es notorio.
No se pueden quejar, entonces, las mujeres chilenas, puesto que su presencia
en las letras, al través de un protagonismo espléndido, ha sido
continuo y decidora. Cada una extraerá el juicio pertinente sobre el
tema. Nosotros bosquejamos una parte de la mujer en la literatura chilena.
La otra presencia es más amplia y se prestó para los comentarios.
Algunas escritoras chilenas
Hubo época
en nuestras letras nacionales en que las mujeres tenían literalmente
vedada su participación. Era patrimonio masculino. Una consecuencia natural
del machismo imperante, sin duda alguna, machismo que, por felicidad, se ha
batido en derrota y permite la entrada de la mujer en las arenas literarias.
A modo de anécdota, digamos que en " in illo tempore" se decía
que la pluma era para usarla, por parte de las mujeres, ... en los sombreros
femeninos, no en la escritura.
Las cosas han cambiado favorablemente.
Y las mujeres ha ingresado con propiedad y talento en la galería de la
literatura chilena.
A modo de preámbulo y sólo con el ánimo de informar, mencionaremos
las escritoras que han hecho camino al andar en esto de publicar libros y dar
a conocer su visión de la vida. Posteriormente, centraremos nuestra atención,
en forma muy breve, por supuesto, sobre la importancia que tuvo en la historia
literaria, a nuestro juicio, la obra de tres escritoras de todos conocidos.
Los panoramas e historias literarias le dan a Mercedes Marín Del Solar
el honroso título de la primera mujer escritora. Con posterioridad surgen
en el estrado Mariana Cox (Shade), Marta Jara, Marta Brunet, Magdalena Petit,
Gabriela Mistral, Carmen Abalos, Isidora Aguirre, Margarita Aguirre, Rosa Cruchaga,
Winett de Rokha, Delia Dominguez, Inés Echverría (Iris), Isabel
Velasco, Carmen Gaete Nieto, María Carolina Geel,, María Elena
Gertner, Ana María Guiraldes, Ester Huneus (Marcela Paz), Emma Jauch,
Amanda Labarca, Matilde Ladrón de Guevara, María Cristina Menares,
María Monvel, Alicia Morel, Violeta Parra, Violeta Quevedo, Chela Reyes,
Elisa Serrano, María Silva Ossa, Pepita Turina, Mercedes Valdivieso,
Marta Vergara, Magdalena Vial, Sara Vial, Teresa Wilms, María Flora Yañez,
María Elvira Piwonka, Olga Acevedo, Isabel Velasco, etc.
Hemos nombrado tanto a prosistas como a poetas o poetisas de cierto renombre,
como una forma de rendir homenaje a las mujeres que emplearon muy bien la pluma...
con la mano.
En la actualidad, se nota un creciente número de mujeres, de todas las
edades, que incursionan en la poemática y en la narrativa con singular
éxito y calidad, abriendo amplias perspectivas para su desarrollo literario.
A modo de información, nombramos algunas escritoras que pertenecen a
la nueva generación, comparándolas con las anteriormente citadas:
Elena Castedo, Isabel Allende, Lucía Guerra, Alejandra Basualto, Jacqueline
Bacells, Cecilia Beuchat, Ana María del Río, Diamela Eltit, Marcela
Serrano, Pía Barros, Sonia Gonzalez, Lilian Elphick, Andrea Maturana,
Heddy Navarro, Paz Molina, Astrid Fugellie, Rossana Byrne, Elvira Hernández,
Teresa Calderón, Isabel Gómez, Rosabetty Muñoz, etc.
Existe un gran número.
Sólo tres mujeres han obtenido el Premio Nacional de Literatura: Gabriela
Mistral (poesía), Marta Brunet y Marcela Paz (narrativa).
Predominio masculino sin duda.
Tres Destacadas Narradoras
A nuestro juicio existen tres grandes narradoras en Chile. La primera de ella
obtuvo el Premio Nacional de Literatura además de otros galardones, nació
en Chillan, fue agregada cultural en Montevideo y Buenos Aires. Es Marta Brunet.
Publicó 18 libros, entre novelas y cuentos. Su especialidad es el relato
campesino, no criollista, donde ejerce con galanura un estilo diáfano
con retrato de personajes simpáticos y bonachones, aunque la crueldad
no está ajena. Rompió el esquema en que el paisaje ejerce la esclavitud,
ahondando en los caracteres sicólogos de sus personajes, además
de darle una fuerza caracteriólogica inusual para la época, especialmente
viniendo de una mujer. Su gran fuerza como novelista no le impidió consagrarse
como una excelente cuentista. Obras principales: Montaña Adentro, María
Nadie, Bestia Dañina, María Rosa, Humo hacia el Sur, etc., conforman
la lista de algunas novelas. Don Florisondo, Reloj de Sol, Raíz de Sueño,
El Arbol Solo y Soledad de la Sangre reúnen su producción cuentística.
La otra gran prosista
de este país es una mujer que escribió como los dioses, publicó
pocos libros, no recibió el Premio Nacional de Literatura, pese a los
innumerables reclamos y es autora de un libro inmortal, La Amortajada. Nos referimos
a María Luisa Bombal, autora también de La Ultima Niebla y La
Historia de María Griselda. Dueña de un soberbio estilo, su temática
se adentra en los parajes oníricos, reflejando una sensibilidad femenina
que bordea el paroxismo. Existe en sus escritos una visión dolorosa de
la existencia, con una profundidad sicológica de los personajes espléndida.
La Amortajada también rompió de alguna manera cierto esquema,
en el sentido de presentar el soliloquio de una mujer desde la soledad de su
ataúd. Los críticos en general no escatimaron elogios a su tarea,
pero fueron infructuosos los esfuerzos por darle el Premio Nacional de Literatura...
Las letras chilenas se ennoblecieron con su presencia, pues le dio calidad y
trascendencia.
Nuestra tercera
prosista es una mujer que tiene en la actualidad un estupendo pasar económico,
cada libro que publica se convierte en éxito editorial, ha sido objeto
de inmerables homenajes, galardones y estudios sobre su obra y pese a que sus
pares nacionales les cuesta digerirla como escritora "per se", se
ha impuesto merced a su talento. Isabel Allende es su nombre y no indicarla
es insoslayable. Con La Casa de los Espíritus conoció la gloria,
tanto literaria como económica, batiendo récords de ediciones.
Posteriormente sus libros Paula, De Luz y Sombra, El Plan Infinito, La Hija
de la Fortuna y Retrato en Sepia, continuaron recibiendo el aplauso de los lectores
y el tibio de la crítica en general y de sus pares chilenos. Es una escritora
de gran fortaleza, con un lenguaje fluido e irónico, claro y simple,
donde la venia al realismo mágico de García Márquez fue
actitud obligada en sus primeras obras.
Es prolífica e inquieta.
CONCLUSION
En general estas
prosistas chilenas han conocido el respaldo de sus lectores, sus textos han
sido analizados con generosidad por los críticos de turno y se nota en
ellas, aparte del natural talento para narrar, un reflejo de la mujer chilena:
pujante, empeñosa, sin temor a morderse la lengua, directa en sus apreciaciones,
virtuosa en las descripciones sociales, cálida cuando debe serlo, dura
cuando la circunstancia lo requiere, sin caer en almibaramientos ni sedas ni
terciopelos. El erotismo está tratado con poesía y delicadeza
en las manos de María Luisa Bombal, pero es decididamente realista en
los textos de Marta Brunet. Isabel Allende, por su parte, es irónica
y sarcástica para referirse al tema, no exenta de picardía y humor.
Su visión del hombre, en general, representa la época en que se
desenvuelven los relatos, pero Isabel Allende se acerca más a la cotidianidad,
al hombre de todos los días, especialmente cuando los retrató
humorísticamente en sus crónicas sobre los trogloditas en la revista
Paula. Allí fue genial, aunque sus punzante dardos hayan herido más
de una vez...
Tres prosistas en la literatura chilena, cuya estatura crece a medida que nos
alejamos en el tiempo.
En esa misma proporción nace, día a día, un fuerte contingente
de mujeres que emplean la pluma para escribir en prosa y verso con talento,
eficacia y agudeza, no descartando en el mediano plazo, logros importantes en
su carrera literaria.
Bien por ellas, bien por las letras chilenas, bien por la cultura de un pueblo
que se jacta de preparado y culto en las apariencias, pero que en cuanto desciende
al estado llano, generalmente da muestras palpables de su analfabetismo y desdén
hacia todo lo que huela a cultura.