EFRAIN   SZMULEWICZ
por Adriana Lasell

 

          « Chile somos todos » dice un eslogan que busca unir a los chilenos residentes dentro y fuera de las fronteras del país. Pero, ¿de dónde venimos todos? Las letras y la cultura chilenas reflejan las migraciones que llegaron a nuestra tierra en los dos últimos siglos. Enriquecieron nuestro patrimonio personalidades culturales como Rodolfo Lenz, Federico Hanssen, Rodolfo Oroz, Alejandro Lipschutz y muchos otros. Pero también, una parte importante de esta inmigración estaba constituida por gente pobre, que abandonaba tierras convulsionadas por toda clase de problemas. Sucedió que algunos de estos inmigrantes tuviesen inquietudes artísticas, intelectuales y literarias. Benedicto Chuaqui es el mejor ejemplo entre los árabes y entre los judíos, Efraín Szmulewicz.

          Yo estaría en primero o segundo año de mis estudios universitarios cuando cayó en mis manos una novela llamada “Un niño nació judío”, cuyo ambiente y tema me sedujeron. Se trataba de la historia de Josef Grinberg, un judío polaco en tiempos anteriores a la segunda guerra mundial. De la novela se desprende un aire oriental, con un algo de exótico y lejano que atrajo mi percepción de sudamericana: la fiesta semita de la circuncisión, los trajes típicos, las ceremonias  tradicionales y los rasgos de cultura a la que somos introducidos con palabras hebreas: shames (cuidador de la sinagoga),sheidin (espíritus malignos). La novela plantea, además, la problemática judía, la pobreza, la violencia, la injusticia, los barrios apartes o ghettos. Una obra, pues con un denso ambiente humano, acompañado de una voz denunciadora.

          Imaginen, pues, mi sorpresa al encontrar al autor en el comedor de una pensión de Viña del Mar. Un impulso juvenil de admiración me llevó a conversar con él y a conocer, en consecuencia, el trayecto vital de su vida hasta ese momento.
          Szmulewicz llegó a Chile en 1931, contando con sólo 18 años de edad. Una necesidad vital de afirmarse y de asimilarse al país que lo ha acogido, lo llevan a estudiar inmediatamente el idioma, leyendo casi instintivamente primero y luego conversando con la gente, entre ellos con escritores como Julio Barrenechea y Andrés Sabella. El deseo de escribir, que ya existía en él desde su tierra natal lo empujan, entonces, a querer conocer y dominar ese instrumento mágico que es la lengua.

          En sus primeros libros: “Cuentos y algo más” (Santiago, 1935) y “Un niño nació judío” (Ed. Zigzag, 1940. Santiago, Chile), la memoria de Szmulewicz indaga en la infancia y la adolescencia. Con su tercer libro “El hombre busca la tristeza” (Ed. Quijote, 1950. Santiago, Chile) el autor presenta una doble mirada: hacia Europa y el reciente pasado con los que está todavía profundamente unido y hacia el futuro, representado en una vida de libertad y madurez en el país adoptado.

          El autor ya es un hombre que se entrega con alegre pasión a la vida y bohemia intelectual de Santiago, cuyo roce va impregnando de criollismo la extranjera epidermis. De Chile, lo que lo han cautivado son el paisaje, el idioma y la gente. La novela siguiente, “Forja de Hombre” (Ediciones Rumbos, 1978. Santiago, Chile) tiene ya tal envergadura nacional que bien podría representar a la literatura chilena en cualquier país extranjero.

          A su obra narrativa debemos agregar una cantidad de labores culturales, todas en relación con el libro, como creación de revistas y talleres literarios; charlas y conferencias; compra y venta de viejos libros; gerencia de una librería universitaria; artículos de crítica en algunos periódicos y edición
          En efecto, Szmulewicz mantuvo hasta su muerte, en la calle San Francisco a pocas cuadras de la Avenida Bernardo O’ Higgins, una imprenta llamada Neupert que fabricaba los libros de Ediciones Rumbos
  
          Es, además, autor de un Diccionario de la Literatura Chilena ( 1977) y de una colección de Biografías Emotivas, entre ellas de los siguientes autores: Pablo Neruda, Gabriela Mistral, Vicente Huidobro, Nicanor Parra, Andrés Bello. Es autor de un ensayo sobre Roque Esteban Scarpa, llamado “La Raya en el Aire” y de una antología universal de poesía: “Poesía para todos”.

          Quisiera, con este artículo, rendir homenaje a la labor y a la persona de un escritor nacional que llegó a nuestro país huyendo de las convulsiones que azotaban su país natal: Polonia. Quisiera destacar que con su inteligencia y sensibilidad supo integrarse a su país adoptivo donde dejó un nombre que perdurará con las nuevas generaciones  de sus descendientes