Rasgos
biográficos
Nace en Santiago
de Chile (1915). Vivió un tiempo en Valparaíso. Estudió
en el Liceo Miguel Luis Amunategui (1930-1933). Terminó el quinto
año de humanidades en el Liceo Nocturno Balmaceda. Durante 10 años
perteneció al Cuerpo de Carabineros de Chile, terminando como cabo
escribiente. Trabajó en el Ministerio de Educación y en
el Ministerio de Obras Públicas. Fue Secretario de Redacción
de la Revista de Carabineros y de la Revista Caminos de la Dirección
de Vialidad. Escribió las “Crónicas de Juan Firula”
en el diario Las Ultimas Noticias. Pese a “su poca educación
superior y gracias a su esfuerzo literario fue nombrado Miembro Honorario
de la Facultad de Letras de la Universidad Católica de Chile”
(Diccionario de la Literatura Chile. Efrain Szmulewicz, 1997). Obtuvo
premios en Chile y en el extranjero. Emigró en los años
setenta a Estados Unidos, falleciendo en Los Angeles en 1983.
.
El
Escritor
“Al
margen de la literatura consagrada y sin disputar un sitio entre los que
se desplazan hacia los medios donde alcanza el renombre, se halla Armando
Méndez Carrasco…” (Ricardo Latcham). Cuentista, novelista,
periodista. Su famosa obra “Chicago Chico” fue transformada
en libreto de teatro. Su labor se circunscribe preferentemente al tema
de los bajos fondos santiaguinos, con el dibujo del hampa y sus personajes.
La principal característica que tuvo fue la veracidad de sus ambientes,
todo lo cual lo hace pecar de ultra petita en algunos casos desembocando
en un naturalismo desenfadado, al decir de Ricardo Latcham.
La visión de prostitutas, rufianes, cafiches, parásitos,
está ampliamente descrito en sus novelas y cuentos, todo lo cual,
parece, no fue manjar predilecto de la critica literaria chilena. A tal
punto que uno de los críticos más severos y conservadores
de Chile, expresó: “ Si el mundo que describe el novelista
existe de verdad, no es raro que de él salgan criminales efectivos,
cuando los niños se transformen en adultos y quieran poner al servicio
de sus pasiones la lección de astucia y de pugnacidad aprendida
de muchachos” (Raúl Silva Castro). Le repara, por supuesto,
el habla de los personajes, encontrándolo henchido de “una
jerga sucia y descompuesta”.
No las tuvo todas consigo el escritor en su época. Fue objetado
por su temática. Si embargo, el publico lo favoreció con
la llegada de sus libros, a tal punto que, por ejemplo, Chicago Chico
llegó a acumular la friolera de 18 ediciones.
La materia de Méndez Carrasco no ha estado ajena en la literatura
chilena. Conoce antecesores. Sin ir muy lejos, se menciona a Juan Lucero
de Augusto D’Halmar, El Río de Alfredo Gómez Morel,
Hijo de Ladrón de Manuel Rojas, Los Hombres Oscuros y La Sangre
y La Esperanza de Nicomedes Guzmán, al igual que Angurrientos de
Juan Godoy, Este No es el Paraíso de Luis Rivano, Barrio Bravo
de Luis Cornejo y últimamente la primera producción de Hernán
Rivera Letelier. Hay más sin duda, pero un rápido recuento
nos hace enumerar las indicadas.
No es fácil deambular en el mundo de los bajos fondos. Hay que
conocerlo de primeras aguas, saber de sus usos y costumbres, conocer la
coa, ese lenguaje críptico con que se contactan. Saber de sus miserias
y esperanzas. Compartir incluso con sus personajes de sangre y hueso.
Se necesita, en suma, una sensibilidad muy particular para escribir sobre
el tema, mostrando una evidencia que no siempre es del agrado de la mayoría,
porque, en el fondo, está exhibiendo un mundo oculto, oscuro, soterrado,
que camina paralelo a la vida cotidiana, que no emerge con propiedad a
la luz y que resulta una bofetada para la inteligencia humana..
Ciertamente los tiempos han cambiado y la sociedad ya conoce mejor el
ambiente que ellos tan bien recrearon. No debe haber cambiado mucho, pero
se conoce.
Armando Méndez Carrasco escribe con un estilo rápido, nervioso,
que va al grano, sin muchas reflexiones, agilizando la anécdota
y la trama, dibujando con acierto a sus personajes. Escribe desde la perspectiva
biográfica. Pinta con acierto la periferia urbana y social. Es
la vida del hampa, del hombre, de una clase no pueblo. Presenta a esa
minoría desintegrada de los bajos niveles socio económico,
minoría inconformista y desencantada. Sin duda alguna recurre a
los dichos populares, a la coa y a los garabatos, propios del lenguaje
coloquial. Es una forma de mostrar una realidad. Es natural en su bosquejo,
no se muerde la lengua y al final el lector se sumerge en ese mundo, “encontrando
hasta simpáticos y humanos, en determinados instantes, como cualquier
vecino, al siniestro y estremecedor conglomerado” (Ricardo Latcham).
“Todo lo que escribo se inspira en la vida de los desheredados”
dijo alguna vez el escritor de Cacheton Pelota y Chicago Chico.
Sobre el trabajo literario de Armando Méndez Carrasco no se ha
escrito mucho. Faltan más antecedentes y se le debiera hacer justicia,
porque su esfuerzo merece reconocimiento. Por ahí andan ensayos
en torno a su temática, pero, en general, su tarea no fue reconocida
en las letras nacionales, tan sólo entre algunos intelectuales
que valorizaron el esfuerzo y la originalidad.
Libros publicados.
La obra de
Méndez Carrasco contempla la publicación de 12 libros, de
los cuales cinco se insertan en la cuentística, cinco en la novela,
un libro de crónicas y un diccionario coa. La nómina es
la siguiente:
Juan Firula,
cuentos, 1948
El carretón de la viuda, cuentos, 1951
Mundo herido, novela, 1954
La mala intención, cuentos, 1958
Chicago Chico, novela, 1962
Dos cuentos de jazz, 1962
¡Ordene mi teniente, novela, 1970
La Mierda, novela 1972
Reflexiones de Juan Firula, crónica, 1973
Diccionario coa, 1979
Noche sin número, cuentos, 1980
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