Organización de las Naciones Unidas para la educación, la ciencia y la cultura
Patrocinador
Secciones
Escritores

Semblanzas

Entrevistas

Artículos

Revista
Premios nacionales
Enlaces
Ebooks
Micro Cuentos
Cuentos Chilenos
Poesía chilena
Libros gratis



Páginas personales de escritores

Sitios en escritores.cl
Renato Martinez
Nicolás Mareshall
Cristián Brito
Andrés Castillo
Gonzalo Torrealba
Vistor De la Maza
Sonia Luna

Patricio Silva O.

OMAR

Estela Socias
Margarita Rodriguez
Juan A. Massone
Jaime Hales
Bernardita Moena
Humberto Flores
Loreto Silva
Luis Varas
José Pedro Soza
Orietta de la Jara
Elizabeth Gallegos
Annamaría Barbera
Roberto Rivera
Martín Lasso
Felipe Maturana
Tamara Rojas
Leandra Brunet
Naiffe Jasen
Buscar en escritores.cl
Ultimos Números
Abril 2001
Junio 2002
Julio 2002
Agosto 2002
Julio 2003
Agosto 2003
Septiembre 2003
Octubre 2003
Noviembre 2003
Diciembre 2003
Enero 2004
Feb/Marzo 2004
Abril/Mayo 2004
Octubre 2004
Noviembre 2004
Diciembre 2004
Enero/Feb 2005
Marzo 2005
Abril/Mayo
junio/Julio
Agos/sept
Verano 2006
Otoño 2006
Invierno 2006
Verano 2007
Otoño 2007
Verano 2008
Otoño 2008
Invierno 2008
Primavera 2008
Verano 2009
Otoño 2009
Invierno 2009
Primavera 2009
Verano 2010
Otoño 2010
Invierno 2010
Primavera 2010
Verano 2011
Otoño 2011
 

Untitled Document

LOS PRIVILEGIOS DEL LIBRO
Eduardo Anguita

 

Para apreciar debidamente el libro y lo que afectándole – favorable o desfavorablemente -, afecta por consecuencia a los seres humanos, que son sus destinatarios, es conveniente definirlo.

En sí mismo representa un modo de comunicación, sabiduría y humanización, distinto y singular dentro de la categoría del lenguaje; esto es, una forma privilegiada de la lengua escrita. Como tal, perfecciona y establece de manera perdurable lo que permanece entre todas las expresiones del pensamiento, y por tanto, registra con fehaciente rigor todas las mudanzas que van sucediéndose en la historia de nuestras ideas y costumbres, en la imaginación y en la investigación, comprendidas las propias mudanzas del lenguaje.
En éste su reino, cumple, además, en grado relevante, la función más elemental de todas: conjugar ecuánimemente la lengua oral, rica en expresividad y vida, pasión y poder adaptativo, con la fidelidad memorable de la escritura: que es tesoro para todos los tiempos. Percibimos, a través de décadas de leer, escribir y reflexionar, que la lengua escrita y la lengua hablada se copertenecen; y bien podría darse el caso de que aquélla se mantuviera incólume y apartada de todo trajín, sin perder porción importante de su vigencia, como ha sucedido con el latín: “ esa lengua muerta”, de cuya fortaleza y poder de síntesis siempre necesitamos echar mano; en tanto que la lengua oral, abandonada a su ductibilidad, en tiempos de grandes conmociones mundiales corre el riesgo de erosionarse, vacilar, tartamudear y confundir sus significados.. En Chile –para no referirnos a otros países- desde hace un buen número de años, el menoscabo del habla es cada vez más evidente. El rasgo más notorio es su empequeñecimiento cuantitativo. En las conversaciones que escuchamos en la calle, en los sitios de reunión, en los hogares, en los lugares de trabajo, cualquiera sea la posición social de los habitantes, nuestro “ castellano” exhibe la indigencia de su vocabulario. Se habla con no más de 500 a 1.000 palabras. La sustitución e invención de locuciones expresivas no alcanza a suplir el déficit de sustantivos, adjetivos, verbos, modalidades oracionales, reduciéndose progresivamente nuestro capital de vocablos, tal como ocurre con los glóbulos rojos en un organismo que languidece víctima de anemia perniciosa.

La pobreza del habla conlleva la del pensar, y viceversa. La pobreza del lenguaje se traduce, no sólo en grosería en su acepción de tosquedad de la conciencia, sino que produce una rencorosa actitud hacia la Palabra, una “ precocidad” agresiva en contra de lo que no se posee. La debilidad de la expresión arroja, además, otros síntomas: imprecisión y nebulosidad mentales.

De haber podido presenciar Saussure este espectáculo lingüístico se habría acongojado. Uno está percibiendo la exasperación que emanan las pláticas, por ejemplo, de ciertos sectores numerosos de jóvenes, cuyos diálogos estallan en ademanes mímicos, fragmentos de palabras y, no pocas veces, gritos guturales, cuya violencia es impotente para llenar el hueco que ha dejado una lengua en ausencia. Pero, nuestros hablantes, como hombres que son, necesitan comunicar y expresarse, sino con la corrección del lenguaje literario, con la fuerza y la eficacia propias de la lengua oral y que se requiere para darse a entender y no quedar sumidos en la mudez y la sordera.
Incluso las personas consideradas cultas deben hacer un esfuerzo para no sucumbir en ese caos, pereza mental o inercia anímica; y así es como recurrimos, en parte, a hablar como si estuviéramos escribiendo. Presenciamos el fenómeno, normal en todo el mundo, de que hablamos de una manera cuando estamos muy en confianza, y de otra cuando ya no lo estamos tanto. Dos lenguajes paralelos, pero el informal increíblemente más pobre; y no tan vivo, como quería Charles Bally, discípulo de Saussure. Se observa, además, un derrame continuo de la lengua escrita en el dominio del habla; la incrustación de términos y giros tomados de los libros y de la prensa, expresiones que, las más de las veces, son extraídas de disciplinas con terminologías propias: de la sociología, la medicina, la pedagogía, la literatura, la psiquiatría. Es una especie de “tercer lenguaje”: híbrida mezcolanza de palabras y giros populares con vocablos que supondrían conocimientos superiores. La compensación es espontánea y, naturalmente, nos e ciñe a normas; sirve de tónico a la lengua oral pero desvirtúa conceptos.

Así la prensa, y agudamente el libro, lejos de ser letra muerta, son palabra viva; en tanto que el habla –“lenguaje vivo” como diría Charles Bally- sobrevive, penosamente, gracias a la necesidad apremiante de comunicación y a las inyecciones de urgencia que le concede la lengua escrita.

El libro, definido en este primer plano de la lengua escrita, está, hoy día, en todo el mundo civilizado siendo factor dinámico de toda comunicación – desde la conversación hasta la especulación más abstracta-, es algo efectivamente insistituible: es todos los sentidos y toda la conciencia en desarrollo vital puestos en acción dentro de cada individuo y, acrecentando su poder, en el diálogo, en el coloquio, el estudio, la motivación creadora y la autoconciencia en contacto con las otras autoconciencias del medio social.

Por comparación con los medios audio visuales, si bien estos cumplen con una específica labor de informar ( y en lo posible enseñar) dado el carácter móvil de sus imágenes acústicas y ópticas, no dejan tiempo ni lugar para la reflexión, el discernimiento, el juicio, y ni tan siquiera para la reacción personal y la actividad intelectual del espectador.
Mac Luhan le asignó una supremacía por sobre el lenguaje escrito. Más espectacular que inteligente, piensa que a la “galaxia Gutemberg” la está remplazando la “galaxia faraday”. Estimamos que sí, y estimamos que no. El mayor peligro a que puede conducir el abuso de los medios audio-visuales es el detrimento de la lengua escrita; del libro particularmente. Reducirlo todo a imágenes que se muestran como cosas concretas es desplazar de la mente el mundo de las ideas, pues éstas, hasta la más modesta, no pueden representarse como cosas. Sin embargo, de hecho, en la televisión, se intenta cosificarlas; como esto es realmente imposible, lo que está ocurriendo, eso si, es cosificar al hombre mismo, convertirlo en un receptáculo pasivo, víctima de los hechos que registran sus sentidos, y expulsar, de ese modo, al pensamiento y al espíritu. Hacer del hombre un objeto es privarlo, finalmente, de su condición esencial de sujeto, pensante, activo y formador de sí mismo y de su historia. Pero aparte la naturaleza excepcional del libro y su forma verbal escrita, hay que valorizarlo por su contenido. Es múltiple. Estimular la creación, la edición, la distribución, la venta, la producción y la lectura de libros significa mucho más que estimular el comercio de un artículo o de un producto. Es, desde luego, no sólo un producto de autores y editores, sino un vehículo, un instrumento, una herramienta: en términos económicos, forma entre los llamados medios de producción, pues su función es servir para la producción de otros productos: los de la inteligencia, la investigación y la creación, destinados al saber puro o al saber aplicado, al mejoramiento de las ideas, de los modos de vida, de la moral, de la espiritualidad, del desarrollo físico y mental, de la realización de los valores religiosos y, desde luego, instruye y da a conocer todo aquello que en teoría o en la práctica sirve al hombre, en su vida cotidiana más sencilla, como, en niveles superiores, en los estudios de disciplinas y profesiones; tanto en la enseñanza de artes, artesanías o prácticas útiles en la existencia diaria, como hacer gimnasia o mudar una guagua. El libro provee de todo. Su dominio abarca desde el manual de cocina hasta “El banquete” de Platón.

Cuando pensamos en lo que se hace en muchos países que aspiran a crecer y mejorar, y que promueven la lectura, la investigación, la educación, el desenvolvimiento de la imaginación y el conocimiento de lo que uno es y de lo que la Nación propia ha sido, es y puede llegar a ser en la historia, y se advierte que en ese predicamento fomentan la producción de libros y su más amplia difusión desde la infancia hasta la extrema edad, nos damos cuenta –y nos asombramos por su obviedad- de que al estimular eficazmente a autores, editores, profesores, distribuidores, libreros y lectores no es a un solo producto – el libro- al que se está estimulando. Es a muchos de sus contenidos más eminentes. No basta con abrir el catálogo de una casa editora chilena ( que, sin duda, coincidirá bastante con el de otras editoriales) para darnos cuenta de que el producto que deseamos se proteja y robustezca es muchos productos, a saber: El arte, la biología, la química, la medicina, la física, la técnica, la matemáticas, la filosofía, la sicología, la antropología, la sociología, las ciencias políticas, la economía, la historia, la geopolítica, la geografía, la ecología, la filología, la pedagogía, la poesía, la literatura. Fuera del hombre mismo, lo más próximo que tenemos es el libro. El libro, nuestro semejante.

 


Hacer clic sobre la imagen

 

 
Club Literario
Destacados
Cartas al director

Páginas personales de escritores
Web de un escritor
Blog del editor de escritores.cl
Comentarios de libros
Mandalas de Omar

mandalas de Omar aquí

su email
Ingrese su email para recibir novedades de escritores.cl
Haga clic aquí
DIASPORA

Antología escritores fuera de Chile

Suplementos

La Mistral en fotos

Poesía Religiosa

Encuentro de escritores

Escritores chilenos en Canada

Letras de cuecas chilenas
Escritores al banquillo
Diversos

Libros recibidos

Boletines temáticos

continúe estas Historias Inconclusas

El Ciego

María

El diario de un cesante.

El ascensor.
El viaje en autobus
Participa en la Tierra de los MicroTextos

clic

   

© escritores.cl - Permitida la reproducción de su contenido mencionando la fuente siempre y cuando no sea con fines de lucro