Continuación de la historia inconclusa
ELIZABETH MUÑOZ VALENZUELA.
Siempre, María, sentía que los cambios eran para bien, pensar en el

matrimonio, era tan determinante, que cada uno de sus actos eran

encaminados con ese fin. ya no existian esas misas dominicales, que tanto

desosiego traia al pueblo, ahora por fin habìa encontrado el camino, que

segun ella, era el ideal.

            

Cada dia después de su trabajo, tomaba rumbo al club de tango, donde la

habia invitado, hacia ya algun tiempo, un viejo conocido de su trabajo,

como sabia que no prosperaría con él, opto por hacerse asidua a ese Club,

pues encontraba alli, aquellos que como ella, habian tenido frustados

encuentros, a lo largo de sus vidas amorosa.

            

María, no siendo joven, contaba con los atributos suficientes, como para

aun enloquecer a más de algun pretendiente, que quiesiera en ella encontrar

a la mujer de sus sueños,  y es asi como un buen día conocio a Alvaro.

            

.-	Gusta bailar conmigo, señorita, le pregunto.

            

María al verlo sintio, un estremecimiento, que aun en sus mejores

fantasias, lo habia sentido, tal vez eran aquellos intensos ojos negros, de

ese galan, que ya peinaba algunas canas, pero al tomar su mano, esta era,

suave, pero tambien firme.

            

.-	Por su supuesto, primera vez que viene, le habia visto antes.

.-	No, hace ya algun tiempo, que conocía el lugar, pero me falta el tiempo,

para darme estos gustos,  ¿Y usted, no la recuerdo de antes? ¿Cual es su

nombre?.

.-	Mi nombre es María, y hace ya un tiempo, que no me pierdo día sin venir,

es que me encanta bailar, y el tango, tiene  mucho sentimiento ¿No cree

usted?.

.-	Ah¡ María, es el nombre justo para usted, ya que su rostro me demuestra

una pureza, su mirada esconde, tantos sentimientos, que solo logro decirle,

lo mucho que agradablemente me inquieta.