INTRODUCCIÓN

¿Escribir un libro? ¡Uff! Eso fue lo que me propuso mi marido cuando le conté que no
me sentía plena en mi desarrollo personal, pues mi vida se limitaba al trabajo y
a la familia.

Lo miré para saber si no era otra de esas bromas que él suele hacer, pero me di
cuenta que no, que me hablaba en serio. Como será que me repitió muchas veces que
hablaba en serio y que él creía en mi, que quería ayudarme a encontrar un
pasa­tiempo que llenara mi vida.

Bueno, me dijo después de un rato. ¿de qué vas a escribir, de religión, de tu vida
con Cristo, de filosofía, de tu vida conmigo? En fin, me propuso miles de ideas,
mientras me abrazaba y me miraba con todo el amor en sus ojos diciéndome con ellos
que él creía en mí y esperaba que logra­ra llegar a esa meta.

Yo callaba, no hacía ningún comentario a sus observaciones, preguntas y propuestas.
Hasta que le dije que tenía razón, que debía dedicar este tiempo que Dios me ha
entregado escribiendo algo que sirva a otras perso­nas.

Así, al otro día, con más ánimo e inspirada, comencé a escribir estas palabras que
espero les ayuden.