Entrevista : Bartolo Ortiz

 

Chile, el reino de la censura

Entrevista a Bartolo Ortiz, gerente de Editorial Planeta

Por Jorge Queirolo Bravo

Chile es un país en el que no existe una verdadera libertad de prensa ni tampoco una democracia real y efectiva. Estamos amordazados por diversos poderes fácticos, de cuyas garras malignas no es fácil librarse. La dictadura mediática que vivimos es fatal y limita nuestro conocimiento de la verdad. Es importante conocer la opinión de un editor renombrado, quien se atrevió a decir algunas verdades, sin importarle si alguien podría sentirse tocado por sus declaraciones.

JQB: Fundamentalmente existe algo que me inquieta mucho a mí y al público en general, ¿cómo afecta la piratería al mercado editorial?

BO: La piratería afecta muchísimo al mercado editorial. Nos tiene con las alas bien caídas. Lo que ocurre, es que no puedo dimensionar la cantidad de volúmenes que dejo de vender a causa de la piratería. Sé lo que vendo cuando se publica un libro como los de Paulo Coelho, J.J. Benítez, Hernán Rivera Letelier o Roberto Ampuero, etcétera, que son los autores más vendidos y también los más pirateados que tengo. Pero no puedo calcular cuánto dinero dejo de facturar a causa de la piratería. Hace unos años atrás con Eduardo Castillo, el presidente de la Cámara Chilena del Libro, hicimos un ejercicio en el que se incluía a una treintena de los títulos más pirateados que teníamos. La conclusión a la que llegamos, fue de que viendo lo que durante el año se vendía de cada uno de ellos, calculamos que la venta subiría por lo menos un 25% si no existiera la piratería, pues de los que compran libros en la calle tampoco se podría captar al 100% de ellos como clientes de las librerías. Si vendiera aquel 25% más del que hablo, de no existir la piratería, significaría que estaría facturando alrededor de 500 millones más de lo que facturo en el año. O sea que es una enormidad, es cerca de un millón de Dólares lo que dejo de facturar y vender a causa de la piratería. Pero esto tiene otras implicaciones: dejan de vender las librerías, las imprentas legales tienen menos trabajo, el fisco deja de recibir el respectivo IVA, el escritor deja no percibe sus derechos de autor, etcétera. Quiere decir que es una cadena de empresas, personas e instituciones las que se ven perjudicadas a causa de la piratería. Es algo muy dramático, muy molesto, uno se siente muy impotente ante la evidencia de la piratería a vista y paciencia de todo el mundo.

JQB: Hice la pregunta anterior, porque, y sin ánimo de defender a los que se dedican a la piratería, es evidente que la cantidad de títulos que éstos piratean es relativamente baja en relación a lo que el mercado nos puede ofrecer. Si uno mira un puesto de libros pirateados, es raro ver más de treinta títulos juntos.

BO: Lo que pasa es que ellos piratean los libros de los que saben que es cien por ciento seguro que se van a vender. Hacen lo mismo con lo títulos de lectura complementaria que leen los estudiantes de educación media. Por eso todo lo que ellos publican se vende bien. Los que piratean no van a publicar un libro de historia o filosofía o de venta más lenta, porque no es negocio para ellos. Eso se lo dejan a las editoriales.

JQB: ¿No existe una posibilidad de que se abaraten las ediciones de los títulos más vendidos?

BO: Todas las editoriales, Planeta entre ellas, hacemos de los libros más vendidos ediciones de bolsillo que cuestan a veces un tercio de lo que vale la edición “normal”. Es una manera de acercar el libro a la gente, para que no tenga la disculpa de que es caro y no lo puede comprar legalmente. Es bueno recalcar de que la gente que compra libros piratas y que uno ve en la calle, no es que no pueda pagar el precio comercial de los textos. Los compran porque aquí en Chile somos “vivos” y nos creemos inteligentes. ¿Para qué vamos a pagar 8000 Pesos por algo que podemos comprar por 3000? Además existen personas que no compran ni el libro legalmente editado, ni el pirata, porque simplemente no tienen el hábito de la lectura. Siempre tienen como disculpa de que el precio es demasiado alto. Es una mentira decir que si se sacara el IVA a los libros esas personas leerían. No leen porque no tienen la costumbre de hacerlo. Uno ve a ciertas personas bien vestidas, gastando mucha plata en almuerzos, manejando un regio auto, teniendo cuatro televisores en su casa, grandes equipos de música, pero un libro de 8000 Pesos les parece imposible de comprar. Eso del alto precio es una disculpa que dan, porque sienten vergüenza de admitir que no les gusta leer.

JQB: Con lo que me acaba de decir admitió que en el fondo el IVA no afecta tanto como se podría pensar.

BO: El IVA a los libros no se podría eliminar en su totalidad. Lo que se podría hacer es diferirlo y que en vez de ser el 19%, que sea no más del 8 ó 10%. Nosotros con los suministros que compramos, como papel o tinta, o con lo que se usa en una editorial siempre se paga IVA. No podríamos descontarlo. Eso seguramente sería una dificultad. Lo que se ha pedido no es la eliminación, sino que se rebaje. Si existiera un IVA diferido, el libro algo se abarataría. No creo que la piratería de libros sea consecuencia de ese impuesto. Es un mal que va a existir de todos modos. Basta con fijarse que los libros de Papelucho, que son muy baratos, están todos pirateados. Le puedo contar que incluso una edición barata de “20 poemas de amor” de Neruda se pirateó, pese a que en las librerías se podía adquirir legalmente por 1200 Pesos. En la calle la vendían en 700 Pesos. La razón por la que existe la piratería no es únicamente el precio, es que constituye un muy buen negocio para los sinvergüenzas que lo hacen. Ellos no hacen de Robin Hood, robándole a las editoriales para acercar el libro a la pobre gente que no puede pagar los valores comerciales. Se dedican a ello porque es una actividad muy lucrativa. Lo van a hacer siempre, a menos que las autoridades lo paren.

JQB: ¿Cómo ve la posibilidad de que llegue a haber un IVA diferido para el libro en Chile? ¿Lo ve posible?

BO: Lamentablemente no creo que ni el gobierno de Bachelet, ni otros que vengan de la Concertación, vayan a hacer algo con respecto a eliminar el IVA a los libros. Los ministros de hacienda que han tenido todos estos gobiernos, cuando han estado en campaña electoral, sí han hablado de la posibilidad de quitarlo o diferirlo. Pero cuando llega el momento de efectivizar la medida no aceptan hacerlo, porque piensan que rebajar el IVA al libro sería como abrir una puertecita por la que probablemente se le van a colar después otros productos. Por eso no quieren dar señal alguna de que podrían bajar el IVA a un determinado producto. Para mí definitivamente es imposible que hagan algo al respecto.

JQB: ¿Qué piensa del movimiento editorial en Chile? ¿Chile, país de escritores?

BO: Chile es un país de escritores, que ha ganado dos premios Nóbel, con autores que se publican en todo el mundo, pero a nivel local la gente está leyendo muy poco y el mercado es pequeño. A pesar de lo último, aquí están instaladas casi todas las editoriales importantes de España. Trabajamos, hacemos un gran esfuerzo para traer una buena variedad de títulos, incluyendo las novedades y el mercado lo veo bien, dentro de lo pequeño que es verdaderamente no resulta malo. Si tuviéramos grandes expectativas estaríamos frustrados, pero conociendo que el mercado es chico, que la gente no tiene hábitos de lectura y que el poder adquisitivo es bajo, no se puede esperar más. Lo último lo digo en referencia a que el público dice que los libros son caros en Chile y eso no es cierto. Lo que pasa es que la gente gana muy poco en este país. Los factores anteriormente nombrados me llevan a concluir que el mercado en definitiva no es malo. Estamos contentos, pues Planeta ha publicado a muchísimos autores nacionales en los últimos años. Algunos en su momento eran desconocidos y los hemos dado a conocer, los hemos apoyado e internacionalizado. Hacemos una labor que es reconocida por los escritores, por los libreros y por las autoridades de la cultura.

JQB: Quería tocar un tema que puede ser un poco crítico y es el de la censura. ¿Seguimos expuestos a que pase algo similar a lo que ocurrió con el “Libro Negro de la Justicia Chilena?

BO: Lamentablemente sí. Acá todavía hay resabios de la dictadura. No sé si decirlo así, pero las autoridades judiciales son muy susceptibles a ciertos temas y las editoriales se abstienen de publicar ciertos libros por temor a que puedan ser sancionados. Usted nombró al “Libro Negro de la Justicia Chilena”. Lo publicó Planeta. Lo publiqué yo. Al día siguiente de que apareciera en el mercado fue requisado de las librerías y de las bodegas de la editorial. Sesenta días después yo fui detenido y estuve tres días encerrado en la cárcel de Capuchinos. Se formó un escándalo internacional y el libro pasó casi dos años sin poderse vender libremente. La autora se tuvo que ir del país y estuvo en calidad de asilada política en los Estados Unidos. Fue una vergüenza para Chile que en democracia una periodista tuviera que recurrir a eso. Este libro sirvió para demostrar la ineficacia de la justicia chilena, porque se prohibió y a consecuencia de ello se lo pirateó masivamente. Cuando fui detenido se duplicaron las ediciones pirata, a vista y paciencia de Carabineros, de la Policía de Investigaciones, del Servicio de Impuestos Internos y del Poder Judicial. Nadie hizo nada para detener eso. Yo creía que ese mal momento que pasamos con la publicación de aquel libro iba a servir finalmente para que atacaran a los que se dedican a piratear libros. Lamentablemente no fue así. Esto también predispone a los escritores, a los periodistas y a los editores a una autocensura muy fuerte. Es dramático y molesto que los hechos sucedan de esa manera. Ojalá que estas situaciones no vuelvan a repetirse.

JQB: Parecería como si en cierta forma Pinochet todavía gobernara.

BO: En ese sentido sí. La censura está muy fuerte y las autoridades civiles que ya están en Chile desde hace quince años o más son muy temerosas, muy cuidadosas de no molestar a la iglesia católica, a los políticos que se autodefienden, al poder judicial, etcétera. Todo eso hace que haya un cierto temor en las editoriales, cosa que no ocurre conmigo en Planeta. Estoy siempre abierto a publicar todos aquellos títulos que puedan interesarle al público, de temas que no son tocados a veces por la prensa escrita, radial ni televisiva. El libro tiene una gran ventaja sobre esos medios y es que no vive de la publicidad. Nosotros, los editores, no tenemos que estar preocupados si un tema va a molestar a una autoridad o a una empresa que contrata avisos. Felizmente el libro no tiene esas cortapisas y yo estoy siempre dispuesto a publicar, si el tema es interesante, válido y que el público esté necesitando esa información.

JQB: ¿La iglesia católica ejerce también algún grado de censura directa sobre los libros aquí en Chile?

BO: Nosotros no lo hemos notado. Sabemos que hay preocupación en ellos por ciertos temas. Planeta no ha publicado libros que involucren a la iglesia católica. Lógicamente que si a mí me llegara algún libro respecto a ellos lo veríamos y si hay que publicarlo, por más que fuera a herir la epidermis de aquella institución igualmente lo haríamos. Estamos en condiciones de publicar un libro sobre la iglesia católica o sobre cualquier tema aquí en Chile.