El poema (II)
            
                               A Miguel Reyes y Raquel Parada
            
Inicialmente esperé decirlo
al modo de brisa anaranjada,
sin disculpas en qué distraer
lo indispensable. Pero este oficio
consiste en darse cuenta 
y respirar sintiendo una mitad
de sol entre los dedos
o una cantidad hechizada de niñez
para vivir lo necesario del momento.
            
                       Conoce mejor la tarde 
                       el ánimo de mis ojos.
                       Viento soy en que se alejan
las horas y tantas cosas 
que decirle a la vida.
De eso habrás
de morir, me adivierte:
de una tarde que te sienta
inoportuno.
            
Por mucho menos 
que unas escasas gotas cayendo
sobre una piedra distraída,
espesa el alma y un aroma
se abre paso en la sombra.
Cosas que decir a la vida.
Sólo alusiones de lluvia
o una mancha de tarde.
Nada más que brisa anaranjada.                       

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