Biografía

EUGENIA ECHEVERRIA Es cuentista,poeta y periodista cultural.
Es autora de una singular obra literaria que inicia muy joven con el volumen de cuentos LAS COSAS POR SU NOMBRE (EDITORIAL ZigZag, Santiago, 1968) y continua con CAMBIO DE PALABRAS (Editorial Universitaria, Santiago, 1972.)
En 1984 publica COMO SI MI CORAZON TUVIERA UNA VENTANA ROTA y en 2002 aparece su volumen de cuentos UN COLOR AMARILLO INTENSO.
Ha vivido gran parte de su vida en el extranjero, principalmente en Argentina, Perú, República Dominicana, Colombia y México, país donde permaneció durante 26 años.
Reside y trabaja en Santiago desde 1997.
Su quehacer literario esta ligado a su actividad como columnista en revistas y periódicos del continente : El Espectador de Colombia, La Jornada y El Universal de México, y La Nación de Santiago de Chile. Ha entrevistado poetas chilenos para la revista mexicana de poesía ALFORJA.

Como poeta, emprende la más elaborada poesía con el lanzamiento de La INFINITA (Editorial Katún,Mexico,1983 ) CUECAS DE MAR AFUERA ( Editorial Villicaña, México, 1985 )SANGRE EN EL OJO ,(Editorial Sin Fronteras,Santiago, 1986) GALANARIO,( Bravo y Allende Editores,Santiago) 2003.
Actualmente prepara el poemario POR AMÉRICA.
Su poesía figura en varias antologías publicadas en Chile y el extranjero.

La apasiona el estudio de las culturas populares, como lo acredita el libro de 1994 “TEPOZTLAN QUE VIVA LA FIESTA”, premiado con la Beca PACMYC de la Dirección General de Culturas Populares de México, los numerosos artículos aparecidos en la revista mexicana Mundo,Culturas y Gente y su participación en el nuevo ciclo de Pluma y Pincel.
Se dedica a coodinar talleres literarios y al periodismo cultural.
Participa en congresos y encuentros de poetas y narradores. .Ha sido jurado en diversos concursos literarios.

 

 

Una tarde perfecta


Nada volvería a ser lo mismo en la vida de Isabel Nin a partir de la tarde que enojadísima ,pero enojadísima le gritó ¡muérete! a su esposo, José Marticorena, y dos horas más tarde un chofer ebrio cumplió su deseo y lo atropelló matándolo de inmediato.
Isabel se maravilló de su poder sobre el destino de los demás mientras manejaba hacia la morgue para reconocer el cadáver, pero su suegra se le había adelantado ahorrándole el mal momento.
Las dos mujeres se abrazaron . Isabel la dejó sollozando en el pasillo;
ella en cambio no estaba triste, José se había desgastado a sus ojos, diez años de vida en común era suficiente.
Firmó todos los documentos que le presentaron .
Al salir compró una caja de fósforos y llegando a casa quemó las pertenencias del difunto en un brasero de bronce muy antiguo que conservaba como regalo de bodas.
Después de eliminar todo rastro del paso de José Marticorena por su existencia , salió a caminar por las calles del barrio y un muchacho que corría atolondrado la empujó al pasar , haciéndola perder pie. Isabel cayó de rodillas , ensuciando su albo vestido de algodón, y le gritó furiosa ¡Muérete, cabrón!, y aún no acababa de incorporarse y limpiar sus rodillas cuando escuchó un chirrido de frenos y un grito de dolor que no terminaba nunca y pudo ver algunas personas que pasaban por su lado corriendo hacia la esquina, donde el muchacho atolondrado no cesaba de gritar debajo de las ruedas de un camión, y pudo distinguir entre esas personas que corrían alarmadas , a José Marticorena , su marido, vestido con el traje gris y la
camisa azul que ella acababa de quemar.


 

Cuatro veces mamá

La mujer gorda quiso bajar corriendo la escalera pero tropezó y cayó rodando , lanzó un par de gritos pero al aterrizar estaba muda, con los ojos abiertos ,pero muda.
Su hijo Alfredo vio el desastre desde la puerta del comedor,donde la mesa estaba dispuesta para el almuerzo .
El estofado de cordero se enfriará ,pensó Alfredo mientras se preguntaba quien iba a ayudarlo a alzar esos 140 kilos . No había nadie más en la casa sino él y su inagotable esperanza de que lo que acababa de ocurrir, ocurriera . Por fin ahí estaba esa gorda opresiva, su madre, despaturrada sobre la alfombra.
Es lo que querías, se dijo, pero tuvo miedo ,una alarma tremenda . No se movió.
Ella también siguió inmóvil.
Hubo silencio ; entendió que los minutos se iban sumando en la pesadez de ese silencio y que debía regresar a la oficina .
Debes estar alegre se dijo cuando decidió abrir la puerta de calle e irse caminando .
Al llegar a la esquina , una mujer gorda se detuvo a su lado, casi rozándolo.
El corazón le latió con fuerza : era una gorda enorme , una réplica perfecta de su madre .
Cuando la luz verde del semáforo les dio el paso y avanzaron uno al lado del otro , vio venir en sentido contrario otra gorda idéntica a la que cruzaba casi adherida a su costado izquierdo , y observó certeramente que allá enfrente , en la esquina de la farmacia , dos mujeres gordas lo aguardaban con los brazos abiertos, dispuestas a llevárselo a almorzar estofado de cordero y a protegerlo por el resto de su existencia. .

 

Sentado en el café


Lo propincuo son las moscas alrededor de la taza, la taza sobre el platillo, el platillo sobre la mesa,la mesa sobre el suelo recién lavado por la lluvia de septiembre mañanera,sobre el suelo las pisadas y en las huellas de pisadas más moscas,alertas o distraídas o atontadas,después del suelo la calle y en la calle una banderita de papel y algunos pies que pasan o retroceden o toman el bus, hay un aire de cosas ejecutándose dentro de un plan escrupuloso y uno corta – escrupulosamente y como todas las mañanas- ha cortado su pedazo de pastel y lo alza en un gesto que no tiene nada de ordinario sino mucho de expectativa y tibias ilusiones y desde el fondo de la boca le afloran gorgoritos hinchados de optimismo que imanizan el trozo de pastel atrayéndolo aceleradamente hacia lo que podría ser una efectiva comunión de espíritus, y entonces, ahí,justo en el momento de abrir la boca y tomar la actitud receptora inherente,una mosca se entromete. Se entromete y se posa en el pastel en pleno vuelo, y claro que cierto desfallecimiento de contrariedad ataca, un desconcierto que es como miedo pero que titubea porque lo mejor en estos casos es la cautela,lo más aconsejable la serenidad,después de todo a quién le importa una cagadita de mosca en su pastel si se ha pasado toda la vida tragando cosas similares que bien pueden ser lo mismo y no voy a ponerme a divagar ahora que la claridad de la mañana invita a actitudes amistosas,a llamar por teléfono a todo el mundo,a correspondencia feliz con cásese si puede y a zapatos nuevos,no voy a estropearme el humor ahora y a causa de una mosca que no da señales de colaboración,ahí pegadita fregando, y hasta alguien podría sospechar que ha sido enviada por las fuerzas enemigas pero a quién le importa, aunque parece que sí, porque la mosca sacude retadoramente sus patitas y la crema del pastel cede,se desploma, resbala y cae sobre mis dedos en un solo chorro pringoso, entonces, ¿ habría que reconocer la existencia de contratiempos predichos,verdaderamente acatar la existencia de unidades volátiles adiestradas,de brisas primaverales confabuladas en operativos de insospechados alcances,de tortas mercenarias y hasta de cucharas delatoras?
Y en una mañanita con aromos y durazneros en flor tener que darme cuenta,así, así,con la actitud subversiva de una mosca, darme cuenta.