Biografía

Jaime Antonio Guzmán, nace en Concepción en 1972, emigrando a la capital en 1978. Su personalidad se establece en medio de la violencia política de la década de los ochenta, el triunfalismo exacerbado de la organización vecinal y las transformaciones sociales de los noventa, que terminarían por delinear su particular forma de ver a Chile a través de la poesía. Acuña su amor por el arte en medio de la olla común, el caceroleo, los saqueos y la peña. Conocido por sus cercanos como el Último Poeta Maldito del Underground Santiaguino, confiesa admiración por Rimbaud y Zurita. Reconocido por su dramaturgia más que por sus trabajos poéticos, Jaime Antonio ha sido promotor y defensor de los derechos juveniles, aspecto que lo vuelve vulnerable frente a los movimientos post democracia que en su obra poética se hace evidente. Licenciado en Trabajo Social, realiza labores de coordinación en la Corporación de Desarrollo Integral de la Familia (CODEINFA) y asesora a la Comisión Pro Derechos Juveniles (CODEJU) de la Comisión Chilena de Derechos Humanos, en temáticas sobre Pueblos Originarios, Cultura y Objeción de Conciencia. Publica su primera producción poética bajo el título “Versos y Adversos del Corazón a la Conciencia” que ya va en su segunda edición. Obtiene Mención de Honor en la Sexta Convergencia Internacional JUNIN-PAIS 2007, Provincia de Buenos Aires, siendo el único chileno de referencia con cinco de sus trabajos publicados en la edición del mismo nombre en Argentina.

 

 

Has entrado en mis venas

Has entrado en mis venas
sin importarte
la herida está abierta
y el corazón lidiable
quiere replicar
cómo los sueños
se rompen
en medio de tanto espacio
para infectar al mismo llanto
que quiere ser salvo
pleno de amor
y amargo espanto cazado.

 

Heme aquí, ojitos claros

Heme aquí, ojitos claros
intentando avasallar tu boca
listo pa’ partirte el sueño
de ajenos muros viejos
a medio terminar
Rebuscando en cada gramo de concreto
a la mismísima casada
mi amor cesante
instruyéndole al destino abajo
rojizo y caro
el cuidado celestino de tus manos
zafando y guardando del mal tu alma

Graciosa cara mía
id en pos del pan
a veces es verdad que por callarse
cae la fatiga
hinchada y dolorosa
a un puño de sabor los ojos
sufrientes de mala espera.

 

A ti, pequeña inquieta

A ti, pequeña inquieta
parva de lunas que vitorean
al sol de un solitario brillo
te digo
revisa una vez más el tiempo
hincadita como en el campo
cantando en silencio
y guardando del viento el secreto
a tu más profundo sueño
velado en el contrabando que fue
al compás de tus ojos
llegando a mi paz
la magia de todos los besos tuyos
en tanto que en tanto el tiempo
juegue sobre tu risa en llamas
o sobre el fondo de tus años
surtidos de inocencia.


 

Me estoy quedando mudo

Me estoy quedando mudo
en medio de tu sordera
en cuanto la primavera
salpica en mi voz tu mundo
Tu mundo y mi piel despacio
oscilan entre dos versos
y en guerra los dos perversos
quebrantan mi buen prefacio
Unido al amor en punta
en este retrato hablado
de vez en cuando adorado
a medias por mi pregunta
¿No es cierto que el ignorante
dude quedarse a solas
o quiera como las olas
saltar y quedar cesante?
Intuyo entonces del día
negada a traición la vida
te acabo de dar salida
incauta de rebeldía.

 

Cuando los ojos del cansancio me acomoden

Cuando los ojos del cansancio me acomoden
los sutiles pasos que amando tanto
me griten la ignorancia
de ser camino en la victoria
y un simple transeúnte en la batalla ardida
mis manos no serán lo que han creído
sino fugaces rayos
de miel y canto erguido
cuando los vicios del secreto
a viva voz me clamen
la gracia de dejar la voz a sombra linda.

Y es que estoy a punto de mirar
cómo los árboles tiritan la pena
de no poder almacenar entre sus ramas dolidas
a tanto dolor pasando
junto al camino
que es sólo un cuento
que no se altera sin el recuento
sublime que dan
los mismos insensatos que por él se arrastran
para pedirle al destino un poco de pasión
o un poco de verdad
en medio de sus propios sosiegos.

Me sentí camino aun sabiendo
que era mi voz la que pasaba junto a otras
y el sacrilegio de creerme un poco a pasos
me hace andar, ahora
sin cobijar a la razón ni a los recuerdos.

Y es que estoy apunto de observar
cómo mis manos desmenuzan mi clamor
mi llanto y mis sueños
para sentir
que a veces los dolores no se pagan
y siempre se termina por borrar
los fríos roces de las piedras que arañan los pies descalzos
que valientes azotan el hambre
el frío
el sueño y los llantos.