Biografía

Escritora e investigadora, persona distinguida de la ciudad de Vicuña, por la Ilustre Municipalidad, por el aporte a la difusión de la obra de Gabriela Mistral.
Presentación de su obra en Ferias del Libro de Santiago, Valparaíso, Ovalle y La Serena en sus distintas versiones.
Antologada en Libro de Oro de la Poesía Regional. La Serena.
Antologada en: “Arqueo de la poesía de la Región de Coquimbo”. El burro del diablo. Editorial del Norte.
“Antología de poesía femenina del valle de Elqui”. Edición y publicación de ALBRICIAS. LOM Editores. Año 2011
Antologada en Antología de Escritores de la Macro Zona Norte Universidad del Norte de Antofagasta. Año 2010.
Publicación de Antología de cuentos: ¿Dónde están los Ángeles? 2010. LOM Editores.
Sentimiento religioso y alusiones bíblicas en la Obra de Gabriela Mistral. Colección Tierra Elqui Ediciones Albricia. 2012. Mago Editores.
Beca de Creación Literaria año 2011 Proyecto escritural en Narrativa: Antología de cuentos Transeúntes. Consejo de la Cultura y las Artes.
Antologada en 73 Microcuentos A 40 años del Golpe Militar. Editorial Arttegrama con el patrocinio de la Sociedad de Escritores de Chile. Año 2013.
Antologada en Madrigueras de palomas, Antología de poetas de La Serena. Edición Arturo Volantines. Año 2013.
Persona distinguida de la ciudad de La Serena por la Ilustre Municipalidad de La Serena por su aporte al conocimiento de la obra de Gabriela Mistral.
Participa recientemente en el Encuentro chileno- peruano “Arte dos Pueblos y AENBA”. Escuela de Bellas Artes de Lima. Ciudad de Lima, Perú.
Ponencia: “Redescubriendo a Gabriela Mistral. Una mirada desde las Artes Integradas”. Poesía-Música y plástica. Enero 2014
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EL VERBO


Desde el principio de los tiempos nos regalaron las palabras. Nos dijeron cuales usar, cuándo susurrarlas o cuándo tragarlas. Jugamos a vociferarlas y nos creímos dueños del mundo.
Compramos diccionarios, voluminosos, academicistas. Leímos mil párrafos para usarlas acertadamente, ¡aprendimos tanto! Y fue justo cuando llegó la hora de comprender que lo mejor era guardar silencio y mirarnos a los ojos.


LA REBELIÓN DE LAS PALABRAS

Se nos revelaron y nos abrieron de par en par su universo de planetas para que las usáramos a destajo y a nuestro arbitrio para decir cuánta cosa se nos viniera a los labios.
Pero, después de revelarnos sus secretos se rebelaron y de la amenaza pasaron a los hechos. Se dispusieron a dejar nuestra hoja en blanco.

 

LIENZO DE VERÓNICA


El fruto estampado
en la hoja blanca,
cual lienzo de Verónica,
vaciando las entrañas
de un jardín secreto.


 

INFINITUD

Llegar al paraíso
para acariciar su mirada
y comprender
que la muerte
tenía sentido.


CAMINANTES

Una mañana de estío en una de las empinadas calles del puerto, cuando el sol se atropellaba por todos los espacios, pasaron frente a mi balcón dos hombres: uno alto y delgado y otro pequeñito, también delgado. Ellos vestían religiosamente iguales, había dedicación en sus atuendos, pantalón de tela negro y chalecos de color verde, abajo, camisa del mismo color. Era, seguramente, su ropa dominguera. Uno, caminaba seguro y rápido paso tras paso sin dudar, en una dirección programada, el otro, casi corriendo a pasitos temerosos y cortitos. El primero, ajeno a la angustia del segundo evitando quedarse atrás y ser sometido al discurso de siempre, ¡apúrate, tan lento que caminas!
Dos o tres pasos de uno y un paso del otro, el hombre alto avanzaba ajeno a la ansiedad y a las palabras que brotaban de los labios del hombre pequeñito quien, seguramente, pensaba que era su gran oportunidad para contarle todas aquellas cosas que le habían sucedido durante la semana.
No había nadie más, las calles vacías de domingo en la mañana permiten la complicidad. Eran solo ellos, ¡cómo no hablarle!, si las palabras se le atropellaban, no sabía que otras cosas decir para llamar tanto su atención para que por una vez se diera vuelta y lo mirara, quizás ni siquiera había reparado en que su ropa era igual a la que él llevaba, que hasta el jockey era el mismo. Le hablaba fuerte.
El hombre alto, impasible, ajeno, no dimensionaba lo difícil que le resultaba alcanzar sus pasos. Por instantes, el hombre pequeñito parecía cansado pero, seguramente, no quería defraudarlo ni parecer molestoso y provocar su mal genio cuando este, para él, era un gran día.
Sus palabras siguieron atropellándose y el hombre alto siguió su camino… con sus pasos gigantes y sus oídos ausentes. El pequeñito tratando de entrar en los oídos del hombre alto, en el corazón del hombre alto, en el recuerdo del hombre alto…
Fueron desapareciendo y siguieron siendo dos puntos totalmente identificables pues, el hombre alto continúo caminando rápido y ajeno a la ansiedad del hombre pequeñito, hasta que sólo fueron eso, dos puntos que nunca se encontraron…