Carlos Pezoa Veliz | ||
Nació en Santiago de Chile el 21 de julio de 1879. Su verdadero nombre era Carlos Enrique Moyano Jaña. Estudió en el Liceo San Agustín y en el Instituto Superior de Comercio. Trabajó como aprendiz de zapatero y estuvo en la Guardia Nacional en 1898. En 1902 se trasladó a Valparaíso, comenzando a colaborar en el diario La Voz del Pueblo. Hizo clases en Viña del Mar y ejerció el periodismo en La Comedia Humana de la ciudad. Fue secretario Municipal de Viña del Mar. Laboró en la escuela San Fidel. Sus escritos se publicaron en Instantáneas, La Liras Chilena, Chile Ilustrado, Zigzag, El Búcaro Santiaguino, Pluma y Lápiz, Luz y Sombra. En 1904 leyó sus poemas en el Ateneo de Santiago. Resultó atrapado en la pensión que vivía durante el terremoto de 1906, quedando malherido, debiendo usar muletas. Tuvo largos tratamientos y una penosa convalecencia, siendo tratado en el Hospital Alemán de Valparaíso y en el Hospital de Santiago San Vicente de Paul. En este último recinto se le descubrió que estaba enfermo de tuberculosis. Pese a los procedimientos médicos, falleció el 21 de abril de 1908, cuando aun no cumplía 30 años.- El poeta Carlos Pezoa
Veliz fue el poeta más importante de su época, al decir
de algunos. Su trabajo artístico rompe con los modelos parnasianos
y simbolistas del modernismo dariano y se inscribe en el posmodernismo.
Su quehacer apunta hacia las raíces y la voz del pueblo, hacia
la vida del campo y la ciudad, deteniéndose en los campesinos,
relegados y marginales, los humillados y caídos. Utiliza un lenguaje
coloquial e irónico, aunque también por sus poemas espejea
la melancolía y el dolor. Hay rebeldía, cierto lirismo y
muchos han visto en él un antecedente de Nicanor Parra. Sus mayores éxitos Sin duda
alguna el común recuerda con especial deleite dos de sus más
populares poesías: “Tarde en el hospital” y “Nada”.
La primera es una joya por su síntesis y atmósfera que recrea.
El segundo ya es más completo en el sentido que existe un relato,
hay una suerte de irónico cavilar sobre la indiferencia de los
mortales, se suceden escenas y cierto nudo dramático. Un poco de
humor, pero, por sobre todo, un aire de tristeza y nihilismo que captura
y hace pensar, especialmente el final. Libros publicados En vida no vio su afán convertido en libros. En 1911 el escritor Ernesto Montenegro reúne y publica por primera vez sus poemas en un libro titulado Alma Chilena. Posteriormente Armando Donoso aglutina poemas, cuentos y artículos periodísticos con el título Campanas de Oro (1927). Más adelante, otro escritor, Nicomedes Guzmán publica Antología de Carlos Pezoa Véliz (1957).
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