Al cumplir 10 años de existencia le hemos pedido a tres de nuestros más cercanos colaboradores que nos cuenten su experiencia de participación en este portal de literatura chilena.

 

 

 

 

WALDEMAR VERDUGO FUENTES

Quiero enviar mi saludo al amable lector y celebrar junto a él, por el tiempo que estén en el aire estas palabras, un acto heroico tal cual ha sido llegar a este décimo aniversario de escritores.cl, que es obra de un manojo de pioneros, conscientes que somos escritores que cruzamos de un milenio a otro, y asistimos al nacimiento del mundo cibernético, uno de los acontecimientos más trascendentales de la historia del hombre. Asistimos ahora a un hecho fundacional en el campo de la comunicación del pensamiento del escritor. La nueva tecnología de la computación, cuyos genes son casi infinitos y pueden derivar en multiplicidad de opciones futuras, ha planteado a los escritores la problemática de ser constructores más responsables de sus obras literarias. Antes el escritor entregaba su original al taller, donde se componía, revisaba una o dos pruebas y se desentendía de ese menester formal. Ahora, puede escribir su original, corregirlo, volcarlo en un disquet y darlo para impresión y encuadernación. El autor asume en buena medida la función del impresor, nunca más cerca del "yo lo hago, yo lo vendo".

Comencé a colaborar con escritores.cl casi desde sus comienzos. Realicé para el sitio una Antología fotográfica de Gabriela Mistral, que rescaté de mi investigación para escribir el guión “La Mistral”, y una selección de “Cueca, Canto y Canción de Chile”, así como visiones de María Luisa Bombal, Violeta Parra, José Donoso, Jorge Luis Borges y la misma Gabriela Mistral. He colaborado también con otrosescritos ilustrados por el artista chileno Omar, a quien debo agradecer sus interpretaciones gráficas. También con la visión pre-clara del Reverendo James R. Thurston, que transmitió el evento desde su estudio de televisión en Ñuñoa via Internet a todo el mundo, junto a Ernesto Langer, y escritores como Andrés Bello Gómez, Luis Ricardo Furlán, Pablo Mora, John Ogilvie, Boris Pincheira, Pedro Salvador Ale, y activistas culturales como JohnHilton que nos ayudó desde España, finalmente escritores.cl se convirtió en archivo histórico de lo que fue el Primer Encuentro Virtual de Escritores Latinos, realizado en la Red entre el 21 de diciembre de 1998 y el 20 de marzo de 1999.

Yo titulé entonces mi ponencia “Adiós a la palabra lineal con un beso”, y después de tantos años, sólo puedo confirmar lo que pensé desde mis comienzos haciendo la práctica, yo diría, en sitios como “Arts&History-Mex” o en este mismo escritores.cl: En la literatura tradicional, el escritor es quien decide. Dispone la primera palabra de la obra y la última, igual que todas las palabras que existen en su libro, cada coma, cada punto y como, estos tres puntitos, esas comillas, aquí una exclamación, allá un acentito... es decir, en una estructura estable el autor es amo y señor, ciñéndose a disponer lo establecido de que el relato se lea palabra tras palabra y de página en página. Ahora, la digitalización rompe con lo lineal introduciendo una enorme variable en las letras; por la naturaleza del soporte, que al no ser analógico sino digital, la información está dispuesta virtualmente dentro del disco duro, un CD o distribuido dentro de la propia Red de Internet. Accesible a quien lo desea.

La Era digital que legamos al siglo XXI, modifica paulatinamente la forma de percibir el mundo y entender la realidad, en lo que a un escritor concierne, como consecuencia a corto plazo de esta revolución, es que cambia los parámetros narrativos y discursivos, a partir de los sistemas hipertextuales de organizar información, educación y entretenimiento. La Era digital ha revolucionado la naturaleza de la narrativa. ¿Estamos dispuestos los autores a perder el control sobre la obra y los usuarios a convertirse en protagonistas?

Lo cierto es que este adiós a la información lineal cuestiona todo lo que desde los Siete sabios de Grecia hasta aquí se ha codificado sobre nuestro oficio de escritores. La narrativa lineal, propia de la tecnología de la imprenta, se proyectó al mundo audiovisual a través del guión, escrito con palabras que después son representadas con imágenes y sonido en cine o video. En que la única forma de pasar de la escena uno a la tres es haciéndolo por encima de la dos, en el caso del cine, o avanzando rápido en el video. Un espectador normalmente le confiere sentido a una película no solamente en cuanto a su contenido o caracterización de personajes, sino esencialmente por el modo en que se cuenta. Primero se relata la situación de conocimiento de la pareja, Juan y María, para que luego resulte verosímil el amor de ellos. Ese antes y después está decidido con independencia del espectador. El escritor decide quiénes son Juan y María. Eso ha cambiado.

Ya no hay un espectador pasivo, sino un usuario que accede libremente a los diversos nodos que componen desde una página web hasta un espacio de ficción interactivo. Aquí tenemos un desafío inmediato: conservar la coherencia y el sentido de las historias y al mismo tiempo darle autonomía al usuario para que navegue en ellas. Ahora, oficiando digitalmente, disponemos los escritores de un mundo como esfera visto en una parte cualquiera de su interior, en que desde cualquier punto se ven todos los puntos. Lo que aporta a nuestro oficio herramientas magníficas. Debemos dar la posibilidad al usuario de modificar el contenido de nuestro universo de ficción, es decir, caracterizar personajes, traslado de ambientación, crear situaciones. Pasamos a la simple elección de opciones predeterminadas por el narrador a lo que se llama motor de ficción. Se trata de darle tal entretención que salte de palabra en palabra con la alegría como un niño salta en el jardín de su casa. Justamente, que cuando abra un libro, cuando entre a nuestro propio laberinto un hechizo lo envuelva y sepa que está en territorio hechizado, que donde juega un niño es sitio mágico.

La literatura de la ficción digital, hiperficción, ficción interactiva, hipertexto, o como se la nombre, debe funcionar como un juego de ajedrez: una serie de universos para movernos dentro. Sin precalcular todas las respuestas posibles a cada una de las "jugadas" del lector, sólo calculando la mejor respuesta a partir de su movimiento. Es decir, el autor debe responder narrativamente a la disposición del lector virtual. Definimos a María como dulce y reflexiva, a Juan como duro e impulsivo. Luego decimos "Juan y María..." y entonces el programa comienza a generar opciones posibles de lo que puede ocurrir cuando se conocen. Ya no es sólo juegos o textos de software. Porque si la primera generación que trabaja con hipertextos literarios crea obras en disquete, que contienen sólo texto para navegar; la segunda generación incorpora audio y gráficos, interactuando con textos y collage a los que el lector accede como consecuencia de sus trayectos de navegación. Hoy se trabaja el hipertexto sumado a las herramientas que nos brinda el programa de media; integrando texto, audio, imágenes en movimiento, animaciones en un mismo soporte para contar una historia y saciar el hábito de lectura de la gente de hoy, cuando nadie se contenta sólo con ver. Para los niños, que nacen con una consola de videojuego en la mano, les resulta más familiar un texto digital que un impreso de papel. Son niños que han aprendido a leer en una pantalla de computador, que les resulta más amigable que un cubo de papel ajeno a su mundo virtual. Con otra idea del ecosistema que adquieren desde un comienzo en la Red, y para quienes será naturalmente inconcebible cortar árboles para hacer papel, lo que ha de convertirse cada vez más en de escaso uso.

Ante esta realidad, digámoslo, los escritores tenemos en la ficción interactiva un fabuloso terreno de acción. En verdad, nuestro oficio de escribir es quizás uno de los más beneficiados con la técnica informática, y los desarrolladores de software así lo han entendido. En un comienzo, siendo técnicos ingenieros con mucho estudio, pensaron que como dominaban las computadoras podían tener la capacidad de contar historias, pero todos sus intentos fracasaron. Los primeros "libros" electrónicos escritos por ingenieros hoy yacen arrumbados. Y eso dispuso una muy buena disposición a trabajar en equipo que nos beneficia. También se han diluido las fronteras entre los medios y modos de comunicación. Ya no son mundos separados la información periodística, la educación y el entretenimiento. La base de datos que traen los nuevos productos asocia para el usuario una gran cantidad de información acerca de... a la cual nunca antes en la Historia tuvimos acceso, sino parcialmente. Sabemos que para el niño esta interactividad por sí misma resulta educativa, derriba las fronteras porque un niño lo mismo ve en directo lo que está sucediendo en las calles de su ciudad que conversa con un amigo ubicado al otro lado del planeta. Comprende y entiende el mundo en forma más civilizada, enriquece su forma de pensar y aprende, tiene parámetros de comparación, decide.

El periódico ya no es más el medio que imprime noticias en un papel: ahora desarrolla una acción electrónica que le permite editar un anuario en un CD, estar presente en emisoras de radio y canales de TV y estar asociado a una agencia internacional de información, y al cual el lector se conecta vía Internet para leer sus páginas web. El desafío del periódico es producir contenidos originales, inteligentes, para personas de un mundo digital, que ha modificado sus hábitos de lectura, de acceder a la información. Consciente de los vicios a que puede acarrear esta globalización, es fundamental el papel que juegan los escritores en la creación de hábitos del usuario.

Con todos los elementos para decir nuestro oficio a que hemos accedido, podemos comunicarnos más directamente con el lector, redescubriendo los elementos que tenemos en común (y que antes sólo intuimos), podemos humanizar más la literatura -por decirlo así- si es posible; como contrapartida magnífica a la fuerte racionalización y estandarización que acarrea la propia tecnología. El talento, la creación, la originalidad, nuestra propia forma de ver el mundo, el pensamiento crítico, el ser capaces de analizar textos, de establecer relaciones, de utilizar correctamente el lenguaje, la capacidad para conmover son las armas que distinguen al escritor de otros oficios, y es este el momento perfecto para "sacar las armas", por decirlo así. Estamos en un instante preciso de gestar una nueva literatura, vivita y coleando más que nunca antes, de ser capaces de gestar cosas nuevas para decirle a la sociedad dónde estamos y hacia dónde vamos, no en un sentido ideológico, sino más profundo y humano: pensando en que lo que escribimos alguien lo leerá en una lejana estrella de la mano de nuestras avanzadas al espacio exterior. Que la tecnología es solamente un instrumento poderoso pero neutro espiritualmente, amoral, indefensa. Debemos humanizar la red virtual.

Lo que distingue a nuestro oficio es la capacidad de darle un orden al caos informático. Es lo que nos está pidiendo el navegante de Internet, que no está navegando, sino a la deriva o naufragando en la Red. Debemos enseñar a leer y escribir al mundo virtual, a esta Era digital, porque son dos destrezas humanas intrínsecas a lo mejor de nosotros en el mundo real. Por eso se requiere más que nunca gentes con ideas, que haya leído tanto como escrito, que conozca de historia, política, filosofía, sociología, retórica, poética... estas gentes serán las que darán un sentido humano al mundo virtual. En la cultura lineal desde los Siete Sabios de Grecia hasta ahora, las cosas no podían ser y no ser al mismo tiempo. En el mundo virtual sí. Tanto en la ficción como en la información, el lector puede degollar a Juan y casarse con María. Tiene opciones porque así es el mundo digital, lo que ha de implicar en la forma en que la gente comprenda la realidad, su relación con el mundo, cómo se comunica con él y concibe sus discursos.

Les abrazo, hermanos y hermanas de oficio, a cuantos hicieron posible este acto heroico que ha significado llegar a esta celebración. Quiero ahora unirme a las palabras del respetado amigo académico Juan Antonio Massone, y decir junto a él que este décimo cumpleaños de escritores.cles una ocasiónpropicia para agradecer el espacio en la red que nos ha brindado Ernesto Langer; agradecer el trabajo de tantos que han querido señeramente compartir su escritura; y, por supuesto, agradecer ysaludar al cibernético lector.

Volver a la página principal