Colonizados sin fronteras
Comentario del libro “Escucha Winka” de LOM Ediciones, 2006

por Nelson Clavería

Este es un libro complejo y que arroja muchos juicios, difícil analizar la postura de cuatro autores que aunque militantes de una misma trinchera (como se autodefinen), tienen sin embargo argumentos y perspectivas que difieren. Abordamos, por tanto, el artículo “Siglo XX en el Gulumapu” del historiador Sergio Caniuqueo. Confesando de antemano que no pretende ser un análisis exhaustivo, lo que supondría revisión de amplia bibliografía y la inversión de mucho mayor tiempo, lo que no estoy en condiciones materiales de afrontar en este momento.

Sin embargo este libro (y  el artículo en particular) es una interpelación que invita a responder, y es esto lo que me faculta a hacer tales comentarios, desde mi perspectiva de mestizo y como integrante de la parte marginada de esta nación chilena, que este artículo integra a la categoría de “winka”

 

La impronta que tiñe la mayoría de las páginas de este ensayo es el insistente distanciamiento con la izquierda chilena, para muestra: “Lo claro es que la conciencia revolucionaria implica dejar de lado una conciencia de pueblo para insertarse en otro proceso. Con ello los mapuche pasamos a un frente para la acción, o sea una de sus piezas en el ajedrez…”  lo que no concuerda con los hechos que más tarde se mencionan: que las principales organizaciones mapuche estaban vinculados a partidos de izquierda y que después de los ochenta forjaron un camino propio gracias a lo cual se encontraban fortalecidos a la hora de tener que negociar con el gobierno que asumiría la transición post dictadura, incluso hace un reconocimiento, pálido quizás, pero reconocimiento al fin: “…La forma de plantear la economía en la reforma agraria y una continuidad del colonialismo, por parte de la izquierda, por lo visto éste fue el único momento dentro de la historia colonial del pueblo mapuche en que existieron las mejores condiciones de bienestar en nuestra población, sin por ello salirnos del rol de colonizados, ni ejercer nuestros derechos políticos”.

 

Respecto de la “instrumentalización” que el autor reiteradamente afirma, la izquierda habría hecho de los sectores mapuche, se puede decir que en cualquier unión existen intereses mutuos que se conjugan de una y otra parte, hasta en un matrimonio, existe un acordado intercambio de expectativas respecto del otro que no deslegitiman las diferencias. Por otra parte, quien se siente “utilizado” reconoce, alguna debilidad que no le permite un consentimiento autónomo. Los Sectores poblacionales y estudiantiles, por ejemplo, que apoyaron al CCT (Consejo de Todas las Tierras) en sus movilizaciones de los 90, podrían haberse sentido utilizados al quedar fuera del proyecto que excluía a no indígenas, mestizos y urbanos, pero su apoyo fue libre y el movimiento mapuche sigue teniendo apoyo de estos sectores.

 

Y hay otras aseveraciones, que también nos parecen algo injustas “Por lo tanto, habría que preguntarle a la izquierda cuál ha sido su avance en el tema mapuche, por lo menos la derecha siempre ha tenido claro lo que quiere: chilenizar al indígena”  Si bien es un hecho que la ideología de izquierda ha sufrido fuertes quiebres y está en un proceso de profunda revisión, también sería justo peguntarle a los mapuche ¿Qué actitud o postura quieren del pueblo chileno? Esto es, de los sectores marginados de la sociedad chilena, por que del Estado y los sectores gobernante es claro lo que exigen (demandas que van desde  el asistencialismo hasta la autonomía política) restituciones que son, por lo demás, comprendidas y aceptadas por la mayoría de los chilenos, como lo reflejan las encuestas.

En esta línea, el autor mapuche hace una revisión de varios autores y literatos chilenos en los que existe una propuesta explícita o implícita y todas las rechaza con uno u otro argumento. Pero se extraña alguna mención, por ejemplo, de Alejandro Lipschutz, médico e intelectual de izquierda quién tuvo un gran peso y autoridad sobre el tema indígena en la sociedad chilena de los años 1930 al 60, desarrolló un extenso trabajo literario en que plantea ideas y sugerencias que se adelantaron en varios años a las demandas que hoy se discuten. Ausente también de este recuento están los análisis de Fernando Mires, autor también de izquierda que partió al exilio y que ha asumido la temática indígena en su libro “El discurso de la indianidad”  en el que hay un capítulo especial sobre el pueblo mapuche.   (El Discurso de la Indianidad” . La cuestión indígena en América Latina”.Ediciones Abya - Yala. Colección 500 años, Quito, Ecuador. Junio de 1992.) y en otros libros y artículos (en la revista continental “ América en movimiento”, por ejemplo). Hay una muy breve mención de Pablo Neruda, Gabriela Mistral, Patricio Manns y otros a quienes descalifica con la frase:  “…pero su enfoque responde a su visión occidental y de ahí sus limitaciones”, al menos hubiera dejado fuera a Mistral ya que muchos de sus escritos inéditos están recién volviendo a Chile. Tampoco se analiza la obra de José Bengoa que tiene varias publicaciones y ensayos y cuyo libro “Historia del pueblo mapuche” es material de consulta obligada junto al libro del cacike Pascual Coña (al menos para quienes nos acercamos desde fuera al tema mapuche), sin mencionar el rol determinarte que le tocó jugar en los inicios de la institucionalidad indígena post dictadura, al hacerse cargo de la CEPI que daría origen a CONADI.

 

Volvamos a lo medular: ¿qué se espera entonces? Si lo que se exige de las gentes de izquierda es una comprensión cabal de la sociedad y cultura mapuche caería en una paradoja, porque estaría solicitando a un “otro” no mapuche (Winka) que piense y sienta como mapuche no siéndolo, estarían pidiendo, en términos teóricos al menos, algo imposible. Está claro que definir lo mapuche es ahora tarea de los propios mapuche, sobre todo ahora que han caído los paradigmas, ideologías y las tradicionales visiones de mundo están en reelaboración.  Definiciones en un lenguaje ideológico que podríamos adjetivar de “intercultural” (para usar un concepto contemporáneo), es decir en un lenguaje común que podamos entendernos mapuche, no mapuche y otros pueblos indígenas.

 

Desarrollar el concepto Kume Felen, por ejemplo que menciona como poco comprendido, o las declaraciones de Ayllapán y Munizaga, de que “…el mapuche rinde tributo a espíritus, animales y fuerzas sobrenaturales…” estas ideas son muy sugerentes, pero debe el señor Caniuqueo aceptar que están poco desarrolladas, (para el mundo no mapuche, reitero) ya que suponemos que para el y la mapuche si están claras y no plantearlas para los demás sería no querer ofrecer lo que se exige de los otros, (de los “winka” de izquierda, al menos). 

 

Riquísimo sería para nosotros, los no mapuche o “winka” como ellos nos definen, disponer de una visión étnica (mapuche) sobre la crisis ambiental y el deterioro del planeta, sobre las desigualdades sociales, la transnacionalización de la explotación y el trabajo infantil, la manipulación genética de las personas y animales, los alimentos transgénicos, etc. Tenemos confianza que esto puede suceder en Chile, pués aquí se dan fenómenos propios como la vía chilena al socialismo, o la teología de liberación, producto genuinamente latinoamericano que tuvo un rol importante en la lucha antidictatorial. Latinoamericanas son también las revisiones del marxismo desde perspectivas étnicas del amauta peruano José Carlos Mariátegui.  Y luego de los quinientos años de la invasión española a este continente sabemos que empezó un nuevo ciclo para los pueblos indígenas que han dado surgimiento al “indianismo” surgido del Tawantinsuyo, por ejemplo, o la “reivindicación del Ayllu” del Movimiento katarista, el movimiento “Pachakuti, nuevo país”,  que los indígenas proponen para el pueblo ecuatoriano y el levantamiento indígena de Chiapas, que llenaron la Plaza Principal de México con discursos que conmovieron al planeta, y otros movimientos, como el MST (Movimiento de los SinTierra, en Brasil,) que unifican a indígenas mestizos, negros y no indígenas en un accionar concreto de recuperación de Tierras.

 

Sin duda que la historia cambió para nuestro continente, indígenas han alcanzado altos cargos en algunos gobiernos latinoamericanos y contamos con lideres continentales que reivindican la vertiente indígena de nuestro continente al oponerse a los grandes imperialismos que oprimen al mundo, confiamos que será cuestión de tiempo, por tanto, que nuestros mapuche nos sorprendan con un discurso y un plan que aporte a la descolonización del planeta, único camino para alcanzar la descolonización de cada pueblo, quizás para entonces, estos términos que reflejan desconfianza y resentimiento, perderán sentido.