En el centro de tu nombre

Juan Antonio Massone


1

Si no acudiera tu nombre
esta memoria no sabría
recordar.


2

He hablado de ti a las populosas calles
que ahora están desiertas;
de memoria te conocería el viento
en una multitud de sombras;
no existe árbol que arrepienta brotes
con tal de festejar tu nombre;
he pedido al silencio de las nubes
que imiten en parte tu mirada;
por una sonrisa tuya los demás saben
que estoy vivo como nunca.
He hablado conmigo de ti, pero todo
repite únicamente jamases.

3

Para que yo naciera, llegaste
de quién sabe dónde.
Fueron los días
sazonados de ti
hasta saber que el cielo
podía comenzar en tu piel
y en la melodía tornasol
de escuchar tus ojos.


4

¿En qué palabras alguna vez
dijiste quererme? Siquiera
repite una que otra,
porque no recuerdo
ni una sílaba
de tu presunto amor
o de tu perdida mirada
entre todas las palabras
con que no me quieres.

5

¿Te pienso o te siento?
Mejor digo: Te quiero.

6

Soy una manera de quererte dos veces:
en sueños y cuando estoy despierto.

7

El girasol busca la luz
que le haga vivir.
Por eso te mira siempre.

8

Contigo fui arquitecto de la luna.
Menos importan fechas y tu labio
de escarcha entra en coma.
Me fui yo también. Tardé en decirlo.
No era cosa de hablar a nadie si brotaba
la solitaria flor del jacarandá desnudo.
Ahora ya no hay prisa. Lo mismo da
que tú me escuches o brinde el roquedal
con la acacia. Es lo mismo siendo
diferente. Sin rostro queda tu nombre
en las arrugas de un papel marchito.
Lo que decimos tener, siempre está hecho
de algo que no puede ser nuestro.


9

¿Qué hacía yo cuando aún no existías
y al mundo soportaba sin tus pasos?
¿Cómo fue posible suponerse completo
y vivo, desamparado de tus ojos?
Soy una ciudad entera en donde vives.
Un libro que sólo tú puedes deletrear.

10

Pensé dedicarte muchas palabras,
aun sabiendo que me las diría solo.

Estoy mudo en mi diccionario
y vanas tengo esperas y jornadas.

Todo lo que hay es tu ausencia;
lo único que no tengo es la vida.


11

No llegará tu voz deshecha ya en la tarde.
¿Qué dice el mundo entero dando señas
de alejarse? También negaste el consuelo.
Son tuyos el motivo, el juicio, la condena.
Todo indica que te has ido sin mí.

12

Si alguien estuviera conmigo, la palabra
podría ceñir de la cintura a un ángel
en momentos aliviados por el amor.
Sería hermoso hablarle, sentir
su túnica de piel en ese alguien.
Pero algo nos exige encarnar
destinos desde un habla de nadie.

13

Tanto olvidé recordarme,
que hoy, empezando
este futuro sin ti,
la sombra del espejo
me devolvió su mensaje
en que anunciabas partir.
No imagines que mi sueño
perdurará al despertar.

14

Me tiene sin cuidado
la v e l o c i d a d del mundo.
Desde aquel día, todas
las hermosas merecen tu nombre.
Pasa una mañana, pasan las tardes
con todo lo que pasa.
Pase lo que pasare
tendría que haber nacido muerto
para no amarte.


15

Aprendo a recordar la felicidad
mientras la despiertas en mí;
y también a añorarla en el presente.
Como eres la única que sabe ser tú,
supe de mí en ardores de la tarde,
aunque no pueda comprender
cómo una mano es capaz de alcanzar
al universo, ni cuándo es menuda
la enormidad del beso en que dejas
trémulo el pulso del tiempo, sólo
a pasos de lo que llamamos eterno.

16

Cielo, alas de noche, sueño de otros días;
beso lúbrico de ti, lacerante espera, agonía;
secreto, espléndido alborozo, olor de alma;
mano en tu piel más íntima, labio arrebatado.
¡Tanto amor, en nada te has convertido!

17

Esta burlona condición
que saca la lengua:
vivir siempre de ti,
pero no estar contigo.

18

Y esto de palpar en ti
cuánto afán de ser,
porque uno está solo.

Y esto de besarte a ti
con boca desvelada,
cuando uno sueña solo.

Y esto de beber de ti
frenesí incomparable,
si uno quiere solo.

Y esto de quedar sin ti
forastero en el mundo,
porque me dejas solo.

19

¿Adónde viaja tu mirada
que la sombra ignora escuchar?
¿En quién, dime, en quién piensa
el alfabeto de tu aroma
cuando en los cabellos
quiere hospedarse la noche?
Deseo que tu cuerpo lo sepa
bien mi boca y dé que hablar
a los años cuando ya no estés,
y la ciudad quede desierta.

20

Cualquier palabra mía--
te lo advierto--, alguna
equivocada en la noche,
nada tiene que ver contigo.
Puedes estar segura de esto.
Incluso te siente remota
la palabra contigo.

21

No preguntes qué pasa.
Probablemente es la muerte
que puso amarillos los entornos.
Otra vez vuelve a cumplirse:
alguien ama; alguien olvida.
Probablemente es la muerte
con su acarreo de espanto.
¿Y del sueño? Sólo dos calaveras.


22

Supongo es lo único que puede decir el día estéril
Supongo has decapitado el amor en que me diera
Supongo forcejea tu razón con la memoria en la piel
Supongo la fatiga de estar en ti como en neblina
Supongo ya no sabrás de luna ni de sol, esperándonos
Supongo harás del tiempo un sin fin de obligaciones
Supongo tantas palabras con que callas tus palabras
Supongo recordarás alguna vez que te he querido
Supongo me imaginas imperturbable como estatua
Supongo tu sorda perplejidad de no saber quién eres

Pero debo inventarme ahora el deseo de estar vivo.