Otra historia inconclusa

Autor/personaje

Continúe usted con la historia.

Para poder continuar con esta historia ejercite su imaginación y mande su texto aquí:
Continuación de la historia.

 

He aquí una historia sin final, dos seres perdidos, uno en busca del otro, ¿en lados opuestos? Uno es un autor y el otro un personaje.

Lea usted estas líneas y si se anima continúelas. Puede seguir escribiendo como el autor o como el personaje. Sólo indíquelo en el asunto de su correo. (máximo 50 líneas).

Los mejores textos los publicaremos a continuación en nuestro portal.

 

 

 

1

EL AUTOR

 

Seguramente en algún lado hay un puto personaje esperándome, desesperado hasta que me encuentre, viviendo en la oscuridad, perdido sin saber si su vida tendrá o no tendrá un sentido, lo que para él es, supongo, llegar a existir en la mente de un lector.

Busca su nombre y su sombra y desespera en la neblina, al sentirse por ahora increado, “inexistente”, otro personaje en busca de su autor.

Así es que me sigue la pista.

 

Claro que conmigo lleva las de perder, porque hace ya bastante tiempo que ando buscando un tema sobre el cual escribir y no hago más que ir de tumbo en tumbo, de un comienzo a otro, de un abandono a otro y al final, la nada, nada.

No tengo verdaderamente una historia que ofrecerle.

 

El no puede respirar y yo que no puedo escribir.

 

Aunque lo he intentado la sequía parece ser total. Algo me pasa.

Pero como será mi obsesión por escribir que finalmente terminé escribiendo sobre el para mi, lamentable hecho, de no poder escribir. Y ahora no salgo de ese antimundo, de esa antiliteratura, de esas paredes que yo mismo he construido, repito siempre lo mismo como si fuera una máquina.

Los personajes, además, me rehuyen como si tuviera lepra.

Hasta he llegado a dudar que mi vocación haya sido algún día la de escribir.

 

Así es que supongo que todo esto se ha vuelto una relación tormentosa y me pregunto si no debiera olvidarme de escribir algo en el futuro, suicidarme literariamente hablando y renunciar.

La literatura puede ser un amante perversa. Perversa. Perversa.

 

Aún así son tantos y tantos años identificados con la idea de que soy un escritor, que no sabría que otra cosa hacer sino es soñar con que lo soy.

Por eso, aquí estoy de nuevo intentando una vez más convertir esta debilidad mía en fortaleza; tratando de escribir precisamente sobre esta carencia; exprimiendo el oficio a ver si se produce el milagro: que las palabras lleguen y el duende de la inspiración se presente.

 

De todos modos no pierdo la esperanza y tengo el oído atento, tengo la convicción que las historias con sus personajes están por ahí esperando ser descubiertas. Creo que no tengo más que detenerme y escuchar. Tener harta paciencia. Hasta que el personaje ese que me busca me encuentre.

 

2

EL PERSONAJE

 

Qué podría decir un personaje como yo, que ha buscado una historia como un cesante busca un empleo, y a quien la suerte no le ha sido propicia.

Tengo la amarga sensación de poseer una de esas almas perdidas, obligadas a vagar por esta especie de limbo en que me encuentro. Hay tanta neblina a mi alrededor que ni mis manos puedo ver.

Sin embargo, no me resigno a poseer esta alma y busco, desesperadamente, un autor. El que sea, no importa. Uno con una historia para contar, cualquiera, no estoy para regodearme.

Podría llamarme Sergio o Francisco y hasta cambiarme de sexo sin que me importe.

El problema es que sin que exista una trama todo es inútil.

Así que me gustaría hacer un llamado, al vacío por último, como si tirara una botella con un mensaje desde una isla desierta.

 

A cualquier escritor:

“¡Aquí estoy yo, completamente moldeable, disponible para cualquier historia sea ésta de aventura, romántica o terror.

Prometo tratarlo como un verdadero dios y moldearme a su gusto.

Una de las cosas más interesantes que ofrezco es que no tengo memoria y por eso puede llenarse a su gusto, motivo por el cual lo mismo puedo ser un policía o un ladrón, una puta que una virgen. Si ni siquiera tengo nombre y puedo ser una legión.!”

 

Juro que daría cualquier cosa por encontrar un autor que me hiciese sujeto de su historia. Pero los tiempos son duros y ninguno aparece. Y nótese que ni siquiera hablo de uno profesional.

Mientras tanto debo seguir en la neblina. No tengo otra opción.

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