Patricio
Silva O., 46 años, de profesión Ingeniero Civil, ha
incursionado con éxito en las letras. Comenzó escribiendo
poemas bohemios, para después, el año 1996, iniciarse
en la prosa. Desde esa fecha hasta ahora ha tenido una prolífera
producción, la cual ha sido plasmada en dos libros. El primero
“Hospital Judicial”, y el segundo “Ventanas de
papel”, pronto a editarse, que es una colección de
cuentos y poemas. De este último trabajo se destacan “La
mariposa” y “La visita”. |
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LA
MARIPOSA Ayer
conocí una mariposa y ella me dijó algo que nunca
olvidaré :
¿ Quieres saber de mí o de cómo vuelo ‘?-Yo
pensé un rato y no le respondí y ella me dijó:
-Ahora emprenderé vuelo para que tú me veas partir,
no sé si volveré.- En ese momento la tomé
en mis manos y la observé y le dije: Cuéntame
más de ti antes que te suelte,porque estoy seguro que
cuando te cuente de mí, tú volaras y nunca más
volverás-,entonces me dijo: córtame las alas porque
no quiero volar. |
CARTA
DE UN PLÁTANO
Valparaíso,
16 de abril de 1972
Querido
amigo Platanín:
Te
escribo estas líneas desde la caja donde nos hallamos
aparcados. Dicen que vamos a viajar a muchos lugares bonitos,
dicen que vamos a conocer Nueva York, Francia e Italia, y dicen
que dentro de poco vamos a zarpar. Recuerdo esos días
que jugábamos en la rama del árbol. Esa señora
siempre nos quiso descolgar, pero estábamos tan altos
que nunca lo logró. Algún día, cuando tú
estés maduro, también vas a viajar como yo. En
este momento nos están trasladando dentro del barco,
así que debo terminar esta carta.
Se
despide afectuosamente, tu amigo.
Platanón.
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CUANDO
EL VIENTO SOPLA SOBRE EL ARRECIFE
“… Y de acuerdo a la voluntad de don Teodoro Ruiz
Matte, se hace entrega de la documentación que acredita
a su hijo don Teodoro Ruiz Lagos y sucesión como únicos
propietarios de la isla denominada “El Hueso” y
que está ubicada en las cercanías de Chiloé
en el meridiano y paralelo indicados en los documentos adjuntos”.
Con estas palabras el notario dio fin a una prolongada alocución
que fue escuchada en respetuoso silencio por los pocos asistentes
que llenaban la oficina, entre ellos se hallaban el beneficiario
acompañado de su hijo Alberto. Teodoro estaba muy contento
en ese momento y su sonrisa lo delataba, después de toda
una vida de engaños y estafas, al fin lograba tener algo
propio.
A las semanas Teodoro y sufijo se encontraban en Chiloé
esperando la lancha para viajar a la isla. Una fuerte brisa
marina era el presagio para la fuerza de los abuelos. El muchacho
recordó su infancia feliz junto a sus padres y también
recordó a su madre y ese accidente que nunca debió
ser. Sin embargo ella estaba presente en cada acto de su vida.
- Alberto no te quedes paveando – le gritó el padre
– hay que baja el equipaje
En dos grandes bolsas cabía todo lo que tenían.
Alberto las observó y en un trago de amargura pensó:
“Si no fuera por mí abuelo a esta hora estaríamos
en la calle.”… “Debo trabajar y duro”,
concluyó.
Los primeros días fue de reconocimiento para ambos que
hacía años no visitaron el lugar, pero nada había
cambiado, el cero, los tres senderos, el bosque, los espinos,
el pequeño muelle y el arrecife, todo, estaba como antes.
Alberto estaba ansioso de trabajar y al poco tiempo se hallaba
reparando aquel bote que estaba botado cerca del muelle, con
paciencia y dedicación colocó las tablas que faltaban
y luego lo impermeabilizó.
Aquel día había un lindo sol y con toda premura
se hizo a la mar. Estaba optimista y cada vez que movía
un remo, una fuerza interior le decía que remara más.
Hasta que echó la red, ese fue el momento culmine del
día para Alberto, pues su primera pesca fue todo un éxito.
Luego enfiló hacia Chiloé,
Allí estaba lleno de botes y de pescadores vendiendo
sus productos. Gran
cantidad de público recorría el sector y Alberto
en pocas horas vendió su mercadería, con orgullo
volvió a la isla para mostrarle sus logros al padre.
Esos días fueron de regocijo para padre e hijo y juntos
celebraron diariamente las ventas de Alberto con veladas indefinidas
al calor de una chimenea, una espontánea conversación,
cigarros, café y un mazo de naipe que siempre estaba
a mano. Aquel acogedor living estaba lleno de recuerdos de los
abuelos. En las paredes colgaban cuadros de importantes pintores
como también trofeos del abuelo. Al centro y en forma
destacada se hallaba su preciada escopeta. La casa era bastante
amplia, techos altos y bastantes dormitorios, casi todos los
vacíos, como si estuvieran esperando una visita, una
visita que pronto llegaría.
Aquel día, una torrencial lluvia caía sobre la
zona y a pesar de las fuertes marejadas, el muchacho salió
a pescar. Después de estar varias horas en el mar y con
su cuerpo totalmente entumido se dirigió a Chiloé.
Cuando iba llegando, una gran ola arrasó la embarcación
haciéndolo caer a las gélidas aguas. Quiso aferrarse
al bote pero la fuerza del mar se lo impidió. En las
cercanías, una mujer de cierta edad observaba la escena
desde su lancha. Prontamente se acercó a Alberto y lo
rescató. El muchacho estaba completamente congelado y
lo único que atinó, fue indicar la isla.
Una vez en casa, el muchacho fue atendido. Y después
Teodoro y la mujer, de nombre Teresa, se sentaron a charlar.
La tormenta era severa y Teresa.
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LA
PRIMERA VEZ
Aquella tarde a Irene solamente la entretenía el tejido.
Pero su marido al verla y tomándola de la mano, con voz
sensual le dijo:
Deja el tejido a un lado y ven, hagámoslo como la primera
vez. Con pasión, con lujuria y con ingenuidad, como la
primera vez. Donde los besos y las caricias parecieran esperar
por años, donde los cuerpos se entregaran cómo
pájaros a su nido, donde los suspiros se hicieran intensos,
donde la pasión hizo su atardecer.
En ese valle, en ese auto, en esa noche. Una noche llena de
estrellas y emociones, porque cada una de tus caricias me hicieron
vibrar hasta el infinito, porque cada una de tus miradas transformaron
mi desnudez y porque cada una de tus palabras endulzaron mi
corazón. Ahora, tus manos están más bellas,
tú mirada florecida, y tus palabras serenas.
Pero ven, vamos y hagámoslo como la primera vez.
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