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(fragmento del libro)


La Cultura occidental que analizamos en este ensayo, crece con lo que todo lo que el hombre imagina y construye. Pretendemos situarla en el diván del psicólogo por varias razones. A ella no le interesa que el hombre crezca más allá de las desconocidas y ricas potencialidades que trae desde la creación. Analizaremos esta aseveración a través de las páginas que siguen. Digamos, de antemano, que sus finalidades son otras. A la Cultura le interesa el volumen y no el contenido de las realizaciones humanas. Para ella son prioritarias la continuidad y persistencia de sus características a través del tiempo.

El ser humano dentro de la Cultura crece, se enriquece y progresa, pero todo tiene un costo. En ella existen los premios y beneficios, pero también las prohibiciones, limitaciones y castigos. Veremos cómo y por qué. Pretendemos demostrar que dentro de este ente invisible existen determinadas fuerzas que lo motivan para seguir adelante, porque el avance humano, material e inmaterial, refuerza sus pretensiones, pero que también existen otras fuerzas que utiliza para impedir que la humanidad entera siga caminos que puedan perjudicarla.

Lo que ocurre en nuestra cultura occidental, se diferencia en los contenidos de las otras culturas existentes en el mundo, pero la estructura que las sostiene es similar en todas ellas. Todas tienen características propias que deben perdurar consistentemente a través del tiempo. Las discrepancias que van en contra de las mismas no son aceptables y se usan variadas formas de desaliento. Sin embargo, las voces y conductas que siguen la tradición son alentadas y premiadas.