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LA ROSA Y EL ELFO
Fragmento del libro

cuentos
I


Despuntaba el alba con sus matices arrebolados, el rocío de las hojas brillaba bajo los primeros rayos del sol y el suave viento mañanero mecía las ramas de los árboles, una sinfonía de primavera se respiraba por doquier, había paz luego de muchos años, al fin había tranquilidad…
En un rincón del bosque, junto a un arroyo, en un espacio apenas importante, olvidado entre los grandes árboles infranqueables, estaban las flores… por alguna razón las semillas volaron entre las convulsiones de bombas y pertrechos y se anidaron en ese lugar, salvaguardadas de toda hecatombe.
En aquella mañana una nueva integrante se unía a la pandilla, era especial, era única o más bien dicho, la primera de su especie en ese lugar, dominado por flores herbáceas y lavanda, ella era… ¡la rosa!, tan común en otros lugares, se hacía presente en gloria y majestad. Su tallo verde, junto al agua del arroyo, creció alto y esbelto. Al principio un capullo coronó la punta, fue un botón apretado de color gris verdoso hacia fines del invierno, pero de acuerdo mejoraba el clima comenzó a abrirse lentamente, solo para dar paso a una grandiosa y delicada flor de un rojo vivo bermellón, con rebordes anaranjados que la hacían aún más atractiva. Pero algo extraño e inusual había, que la hacía aun más especial… sí, entre los estambres, dentro del pistilo había un ser… pequeñito, parecía un niño dormido con las piernas flectadas hacia su pecho y la cabeza entre las rodillas. En realidad, no era un niño, era un Elfo… un pequeño elemental de la naturaleza, tan escaso y raro como las perlas de las ostras.