(fragmento
del libro)
CAPÍTULO 1
LOS ÚLTIMOS DÍAS EN UN VALPARAÍSO
AMENAZADO
Estaba por cumplirse la hora de la cita y como nunca James
estaba atrasado, los Sánchez lo esperaban en su casona
del cerro
Concepción para cenar y pasar una entretenida velada
entre
amigos, el inesperado y poco usual retraso, era causado porque
su tío Abelardo Ross le solicitó ayuda para cambiar
de orden
unos muebles de la residencia que ocupaban en el Cerro Alegre
del puerto principal del país, la operación necesitó
de un tiempo
generoso para que todo saliera como el tío Ross lo tenía
planificado,
ocasionando la demora en la llegada al lugar de destino que
tenía
James. No estaba dentro de sus costumbres y de sus conductas
presentarse fuera del horario establecido para las reuniones,
su
formación militar, que James dejó por motivos
personales, le
inculcó la puntualidad. El joven, preocupado por la tardanza,
llegó a las puertas de la casona, pero al dueño
de casa ese detalle
no le importó.
- Hola James, adelante, es un gusto verte, que bueno que
pudiste venir. El dueño de casa, Gastón Sánchez,
lo recibía y lo
hacía pasar.
- Aquí llegué algo retrasado pero con muchas ganas
de compartir
con ustedes, traigo una botellita de mosto- el joven siempre
se
preocupaba de llevar una cooperación cuando era invitado
a estas
actividades familiares.
- No tenías para qué molestarte James, de todas
maneras hoy
tenemos invitados unos activos comensales, así que de
seguro que
esta botella nos será de mucha utilidad - respondió
alegremente
el Señor Sánchez.
Gastón Sánchez era un comerciante del puerto,
propietario de
un gran almacén que sus padres, nacidos en España,
le habían
heredado, el cual permitía que gran parte de las personas
de la
emergente ciudad de Valparaíso lograran surtirse de diversas
provisiones. Fue su padre quién lo inició en los
negocios y mantuvo
el prestigio del legendario emporio gracias a su gran esfuerzo.
Lamentablemente Gastón perdió a su esposa Deidamia,
quien había
fallecido hace algunos años, por lo cual se acompañaba
en casa
con su hijo Fernando de veinticuatro años y con la esposa
de éste,
Carmen, con quien tenía un pequeño de cinco años
llamado Javier;
la última integrante de la familia era Alicia, la menor
, quien con
sus diecisiete años estaba en la plenitud de las transformaciones
que la adolescencia otorga a las féminas para desarrollarse
como
mujer, tales cambios llamaban la atención de múltiples
miradas
varoniles por lo que la chica tenía bastantes pretendientes.
Gracias
a lo amplio de la casona el negocio podía extenderse
y existía un
segmento donde se alquilaban algunas piezas para hospedaje,
una
de ellas era arrendada por Franz, un estudiante de la facultad
de
medicina de la Universidad Santiaguina, quien en ese entonces
estaba realizando un trabajo de investigación sobre la
flora y fauna
de la región, encargado por uno de sus docentes más
entusiastas
y exigentes de su afamada casa de estudios, dicho personaje
era
un alemán de apellido Philippi, que llevaba algunos años
en el
país y que estaba a cargo de las unidades de zoología
y botánica
en la Universidad; Franz era uno de los pocos alumnos que le
interesaban esos ramos, además era ayudante del docente
y un
amante de la obra de Charles Darwin, sobre todo de su libro
“Viaje
de un naturalista alrededor del mundo”, en el cual hace
mención de
sus expediciones realizadas en Chile; disfrutaba mucho siguiendo
la ruta del científico, llevaba tres meses en el puerto
realizando
exploraciones en toda la región y faltaban algunos detalles
por
lo cual aún no regresaba a la capital, en todo ese lapso
de tiempo
cosechó una gran amistad con Fernando, compuesta por
una
gran cariño y una importante confianza. Alicia también
era una
causa de la prolongación de la estadía de Franz
en Valparaíso,
ambos tenían un oculto romance que sólo Fernando
y su esposa
conocían, tanto misterio se fundamentaba por la simple
razón de
que si Gastón se enteraba de aquel amorío mutuo
entre ambos
seres juveniles, de seguro daría fin al hospedaje del
estudiante,
“Las niñas deben llegar más maduras para
poder emparejarse con
un hombre”, solía comentar el dueño de casa,
de allí tanto esmero
en evitar develar la atracción entre Alicia y Franz.
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