La Guardia Blanca
Prólogo
El sonido de la roca desprendiéndose de los muros es lo único
que logras escuchar en aquel inmenso caos. Las órdenes de tu
superior se ahogan entre los gritos de agonía y desesperación
mientras te encuentras paralizado por la escena que se te presenta:
El Bastión Rohkar está cayendo.
- ¡Refuercen las puertas! –grita el Comandante superior,
mientras varios soldados llevan largos troncos para reforzar la puerta.
- ¡Señor! ¡Están entrando por las cloacas!
–dice un soldado cerca de ti. El rostro del Comandante superior
parece desfigurarse con cada palabra pronunciada por el soldado.
Rápidamente haces un análisis de la situación.
Fueron enviados al Bastión Rohkar para dar caza a un grupo
de bandidos que supuestamente había tomado el fuerte con tal
de usarlo a su favor. El Bastión había sido abandonado
después de las incontables invasiones bandidas a las aldeas
cercanas, pero justo en ese momento, las invasiones habían
cesado, por lo que el Bastión volvió a ser un punto
estratégico importante.
El Rey manda un destacamento al Bastión para contener y reducir
a estos bandidos, pero al llegar, el Bastión está vacío,
y al mismo tiempo que las fuerzas de la Guardia Blanca ingresa al
Bastión Rohkar, son atacados por una fuerza desconocida.
- ¡No sé de dónde sacaron tal ejército!
¡No existe lugar fuera de Loldasaen para mantener un contingente
así! –grita el Comandante superior intentando alejar
los oscuros pensamientos de su cabeza.
No hay mucho de lo que hablar. Desde tu posición observas como
las rejas que conducen a las cloacas son destruidas por un pequeño
ariete, dejando paso libre a los invasores.
- Desde el inicio ha sido una trampa –dices mientras
das un paso adelante y desenvainas tu espada- ¡La Guardia Blanca
resistirá en nombre del Rey!
Mientras lanzas el grito de guerra, varios guerreros dejan lo que
estaban haciendo y alzan sus espadas uniéndose al grito. Al
cabo de unos segundos tienes a tu disposición más de
veinte hombres totalmente dispuestos a sacrificarse en nombre del
rey.
- Hombres… ¡A las armas! –grita el Comandante superior
sacando el mandoble de la funda atada a su espalda. Varios soldados
se unen al comandante en un segundo refuerzo al grito inicial.
La lucha comenzó rápidamente. La Guardia Blanca ganó
terreno justo en la entrada de las cloacas, donde el número
de las fuerzas invasoras no vale demasiado. De reojo alcanzas a ver
la vestimenta de tus enemigos: Ropajes oscuros hechos de jirones de
tela, con la cara cubierta por una especie de máscara de yeso,
mostrando un rostro neutral, levemente diabólico.
No hay gritos ni alaridos de los enemigos caídos, y tampoco
logras ver sangre en las espadas de tus compañeros. Al observar
la tuya propia te das cuenta que granos de arena se adhieren a la
hoja después de un golpe, para luego caer por la misma hasta
el suelo.
Efectivamente el suelo está cubierto por una arenilla de color
negra, mientras los cuerpos inertes de tus enemigos se apilan a montones,
dificultando la estancia de la Guardia Blanca en la entrada de las
cloacas.
- ¡Son demasiados! – grita un soldado justo antes de recibir
el golpe de una espada en el cuello. El cuerpo cae logrando dejar
una apertura para las fuerzas enemigas. Los soldados intentan desesperadamente
volver a cerrar aquella apertura, pero las fuerzas invasoras son mucho
más rápidas.
- ¡Hemos perdido el puesto! ¡Retrocedan! –grita
el Comandante superior, deteniendo dos espadas con su
mandoble. Con tal solo una barrida de aquella arma, cinco enemigos
podrían caer, pero el espacio no lo permite y el
comandante quedaría demasiado expuesto al ataque de un sexto
enemigo.
- ¡Entren al Bastión! – gritas con todas tus fuerzas
mientras intentas darle tiempo a los soldados de la Guardia Blanca
para que puedan retroceder hasta la pequeña puerta de madera
que lleva a la primera torre del gran complejo. Desde allí
podrán subir al muro o bajar al sótano con el fin de
escapar del contingente enemigo. Una vez fuera del alcance de la horda,
podrían apresurar paso hacia Loldasaen.
Los hombres comienzan a entrar como les has mandado, siendo el comandante
superior y tú uno de los últimos en entrar. La puerta
de madera se cierra en las narices de un enemigo, e inmediatamente
se escuchan gruñidos y pasos de arrastre en el patio.
- Escúchame bien – te dice el comandante superior –No
estamos preparados para luchar contra esta gran cantidad de enemigos.
Pandora misma no posee una fuerza de tal tamaño
– los ojos del comandante arden en furia.
- ¿Qué vamos a hacer? Debemos avisar al rey –dices
un tanto nervioso.
Escuchas como algo se prepara fuera de la torre.
- Trajeron el ariete… no tenemos mucho tiempo. Yo me quedaré
a distraerlos mientras tú te llevas a los soldados de
vuelta a Loldasaen –dice el Comandante mientras se dirige hasta
la puerta.
En tus manos está la decisión para salvar o condenar
a los que quedan.
- ¡No voy a dejarlo! –gritas ahogado en angustia.
- Sálvate, hijo –dice el Comandante con mirada perdida.
- Si, padre –murmuras.
1) Llevas a los soldados por el muro, subiendo la torre
(Página 6)
2) Llevas a los soldados por las mazmorras, descendiendo (Página
8)