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(fragmento del libro)

11 DE SEPTIEMBRE DE 1973


Ese 11 de Septiembre de 1973, me levanté como de costumbre para asistir a clases en la Academia Politécnica Aeronáutica (APA), ubicada en la Base Aérea El Bosque, en el Paradero 36 de la Gran Avenida de Santiago. Con 22 años recién cumplidos, cursaba el tercer año de Ingeniería Aeronáutica y estaba preocupado porque esa semana debía rendir una prueba de Termodinámica que consideraba complicada.

Aunque los oficiales jóvenes debían vivir en las unidades o casinos de la Fuerza Aérea de Chile (FACH), por no haber disponibilidad de habitación, yo vivía en una casa fiscal de la institución ubicada en la comuna de la Cisterna de Santiago. Era un inmueble de dos pisos, antiguo pero cómodo, que permitía dedicarnos a estudiar fuera de los cuarteles. En el segundo piso, compartía una pieza grande junto a otros dos subtenientes, José Rubén Grinblatt y Oscar Navarro. La casa tenía varias habitaciones en ambos pisos, donde también vivían otros oficiales de la Academia Politécnica.

Había egresado en Diciembre de 1972, a los 21 años, como oficial de la Fuerza Aérea de Chile con el grado de Subteniente en el escalafón de Ingeniería Aeronáutica. Finalicé en el primer lugar -o antigüedad- de mi promoción, después de 5 largos años de permanencia en la Escuela de Aviación: tres años de cadete (1968-1970), un año de Sub-Alférez (1971) y otro año de Alférez (1972).

Los estudios de Ingeniería Aeronáutica habían comenzado en 1971 con 25 personas, pero sólo 7 logramos pasar a tercer año y egresar como Subtenientes de la FACH.

Eran pasadas las 07:00 horas. Mientras me vestía, entraron a la pieza, un poco consternados, los subtenientes Pedro Pons y Héctor Aliaga, diciéndonos que en la radio se hablaba que las Fuerzas Armadas se habían levantado en contra del gobierno. Miré por la ventana y noté que la gente corría de un lado a otro. Era el Golpe de Estado del que tanto se hablaba en esos días, pero que nunca imaginé que llegaría a pasar. Y es que, a pesar de mis 22 años, veía a Chile como un país maduro y con una larga trayectoria democrática, donde las cosas se arreglaban por medios racionales, hablando y no a punta de balas, como era la costumbre en los años 60 y 70 en otros países latinoamericanos (Argentina, Brasil, Bolivia, Cuba, Ecuador, Uruguay y otros tantos), donde en algunos casos los militares derrocaban a sus gobiernos cada dos o tres años. Recuerdo que nos mofábamos de ellos llamándolos “países bananeros”. Era increíble y a la vez penoso que eso mismo estuviese ocurriendo con nosotros. Ese día 11 de Septiembre de 1973 cambiaría mi vida radicalmente, como también le sucedió a otros miles de chilenos.

Los cinco subtenientes -Oscar Navarro, Pedro Pons, José Rubén Grinblatt, Héctor Aliaga y yo- nos sentamos en una cama a conversar y a escuchar la radio. Me sentía consternado por lo que estaba sucediendo. En ese entonces, era una persona idealista y compartía los mismos principios democráticos con esos cuatro amigos. En la Academia Politécnica Aeronáutica (APA), otros oficiales nos veían con recelo, ya que no criticábamos al gobierno de Salvador Allende, como lo hacían abiertamente otros oficiales de la FACH, lo cual era considerado normal. En la Fuerza Aérea de ese entonces, no era bien recibido mencionar alguna opinión o tocar un tema que fuese afín al Gobierno de Allende. El punto de discordia que marcó para nosotros un cambio a ojos de otros oficiales de la APA, se produjo después del ”viaje de Instrucción” al Pacífico Sur, realizado en Abril y Mayo de 1973 por nuestra promoción de oficiales egresados en Diciembre de 1972. En aquel viaje, de 28 días, donde visitamos Isla de Pascua, Tahití, Filipinas, Nueva Zelanda, China, Japón, Australia y Hawái, nuestra gran falta fue hablar bien de China. Sólo por eso, algunos oficiales nos veían con desconfianza.

En general, yo era un persona relativamente reservada con los demás y me dedicaba prácticamente sólo a estudiar. Tanto para mí como para mis 4 amigos, el viaje realizado al Pacífico Sur y especialmente a China había sido extraordinario. El trato y recepción que tuvimos de parte del gobierno Chino había sido de primera clase. El viaje se realizó en un avión C-130 Hércules, que era ruidoso e incómodo para largos viajes, pero cuando arribamos a Cantón, los chinos nos pusieron un avión especial de pasajeros durante los 6 días que estuvimos en ese país, que nos llevó a todas las ciudades que visitamos. Era la primera vez que una delegación extranjera occidental, después del presidente estadounidense Richard Nixon en 1972, visitaba tan abiertamente ese país, la Muralla China, el Palacio Imperial, Bases Aéreas militares, la Escuela de Instrucción Militar con sus aviones de guerra MIG-15, así también ciudades como Cantón, Pekín, Shanghái y otras...