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Fragmento del libro

La noche del terror del miércoles 25 al jueves 26 de Marzo 2015


Al atardecer comencé a ver banderas y géneros rojos en las puertas de las casas. Según las personas con quienes estábamos ahí, dijeron que era para que supieran que había gente en las viviendas.
En ese momento vi que Germán, hijo, llegaba en una camioneta, y lo noté muy raro.
—Hola, hijo ¿qué pasa?
—Se viene la Quebrada de Puquios.
—Voy a avisar a mi hermana Julia.
Llamé a mi sobrino Cristian que reside en Vallenar.
—Hijo, no me contesta tu Mamá ni Marcela, y dice el hijo de Germán que se viene la Quebrada de Puquios.
—¡Ay, Tía…..!, no se preocupe, yo llamaré.
—Le creo al hijo de Germán, porque con otras personas vienen de allá.
Rápidamente oscureció; comenzó un griterío de la gente y vehículos que pasaban llenos de personas… ¡salgan, váyanse de aquí, se viene la Quebrada de Puquios…!
Había una camioneta fuera de la casa y mi mamá con tanta tristeza me dijo:
—¿Por qué a mí no me suben?
En ese momento veía a mamá pálida, blanca, sus ojitos tristes y flaquita siendo que es rellenita. Al mismo tiempo un niñito como de 5 años más o menos lloraba tanto y gritaba: ¡no me quiero morir…!, y su mamá le decía ¡cállate, niño…!
—Nosotros no nos vamos a ir a ninguna parte, pero ustedes son libres de decidir, dijo Lorena, dirigiéndose a las personas albergadas ahí en su casa (veintitrés).
Costó tanto subir a mi Mamá y, en ese instante se sintió la voz de Germán:
—Nosotros no nos vamos a ir, porque aquí tenemos agua, comida, todo, y pondremos los cargadores frontales con cadenas delante de la casa. Dicen que se viene la Quebrada de Puquios, pero no se sabe cuánta agua trae.
Ni siquiera lo pensé y le dije: mamá, bájese, nos quedaremos aquí.