Allá Invertido.
(del libro "La Pradera Ortopédica")
-Comienza cuando tú sugieres:
"Podrías encender el ventilador, apagar la luz y dormirte.
En la calle ya ralea el ruido de los autos".
- Y vos. Qué hacés.
- Nada. Insisto:
"Allá será más fácil"
- ¡Qué hincha bolas querido! De nuevo con lo mismo. Será
igual, quizás peor.
- Dí que no quieres jugarte.
- Entendéme... No tengo más ganas.
Durante la comida contó anécdotas igual a cuando recién
la conoció, después fue tras ella, y apoyado en la puerta del
baño con mayor entusiasmo continuó hablando.
- Dí que no quieres jugarte - insistió ahora.
- No seas boludo.
- Entonces me voy solo.
Ella terminó de pasarse el papel toalla por el cuello.
- ¡Me voy solo! - repitió.
Sobre la mesa de velador quedó el papel untado con restos de crema.
- Contigo no hay caso - dijo y encendió un cigarro.
Recordó el alquiler pendiente y la heladera vacía. Sólo
el pelo de la mujer asomaba sobre la almohada.
- Si no volvemos a pedirle plata al mojigato de tu padre, este mes nos echan
a la calle.
La escuchó refunfuñar. Ya no pasaban autos. Se levantó
y salió de la habitación hurgando descalzo en el silencio. Terminó
el cigarrillo frente a la ventana.
No sabía como se desmotivó. Primero escribió con entusiasmo,
free lance, después las revistas se pusieron difíciles, y ahora
no quería buscar nada.
Se incorporó sobresaltado.
- Salgo a buscar pega - dijo.
En la bandeja el café humeaba. Ella terminaba de ponerse los aros.
- Escribí pelmazo. ¡¿Para qué renunciaste!?
- No renuncié. Me echaron...
- Ponéle la firma que por chileno.
- Tú sabes.
- Y claro...y por llegar tarde.
- Mentira. Todos llegaban tarde... ¡Hasta cuándo!
- Vos quisiste.
- Yo no quise nada.
- Que fuera un cuento, dijiste, ¿O querés que te refresque la
memoria?
- Escúchame bien. Salgo a buscar pega y la cortamos.
Tomó la cartera, se puso el saco y dio vuelta a la cama, se inclinó.
Él le quitó la cara.
- Ándate mejor - sugirió haciendo señas.
- Viste que sos bobo.
- Ándate o vas a llegar tarde.
Se acomodó la cartera, caminó hasta los pies de la cama y se
detuvo.
- Ándate - reiteró.
Cruzó la habitación. Se volvió un segundo junto a la puerta.
- Hoy no llego - dijo y aceleró la marcha. Los pasos sonaron en pos
de la puerta de calle.
- ¡Espera! - gritó - Esto no es así.
- Así termina - replicó, cuando él saltaba afuera de la
cama.
En la calle ya es ensordecedor el ruido de los autos.
"Es al lado de un café, cuando miro el techo, y pienso que comienzas
a aburrirte, pero...- nítido sonó el golpe de la puerta al cerrarse
- no te vas. No puedes irte flaca.
"Allá será más fácil... Allá...
- "Será igual. Quizás peor".