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El
libro que tiene ante sus ojos es un manifiesto político.
Uno muy personal, por cierto. Pero profundamente político
en el sentido de identificar una serie de principios
y valores que debieran, a juicio del autor, orientar
nuestra vida en sociedad.
Es, a ratos, una exhortación, una invitación apasionada,
un grito de rebelión. Es la aspiración de un humanista que
lleva años masticando los elementos esenciales de su filosofía.
Es el sello de un intelectual que sueña –y en ese sentido
el libro tiene evidentes visos de utopía– con un mundo distinto
pero sustancialmente mejor.
Para que ese mundo sea distinto y mejor, piensa Esteban
Vilchez, las personas deben cultivar tres virtudes: justicia,
tolerancia y ateísmo. Es una combinación inusual, pero
el autor la defiende en sus términos. Su idea de justicia es
novedosa, pues supera las fronteras institucionales típicas
del pensamiento liberal y compromete la fibra de los sentimientos
del ser humano.
Cristóbal Bellolio.
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