El
regreso de Malva Marina
El
centenario de Neruda rescata a su olvidada hija
por
Isabel Lipthay, desde Alemania
"Isa: LA
ENCONTRE!!
Ayer entré al cementerio luego de la hora de cierre, recorrí
las tumbas y allí estaba, pobretona y tapada de maleza, la pobrecita
Malva. Te llamo por detalles".
Antonio Reynaldos,
amigo chileno en Holanda, me lo comunicó desde allá el 4.4.2004,
al encontrar -después de meses de largas pesquisas en archivos y entrevistas-
la tumba de Malva Marina, la dolorosamente olvidada hija de Pablo Neruda.
Después
de 61 años de su muerte y desaparición, Antonio trae a Malva
Marina a la luz pública, enviando fotos a mi pequeña pantalla:
una lápida vieja y descuidada por los años y el abandono, letras
casi ilegibles, malezas trepándose por doquier.
Una semana después,
emocionada, me embarco en 4 trenes desde mi ciudad alemana hasta Gouda, ciudad
holandesa famosa por sus quesos. Me pregunto qué es lo que busco, aparte
de la cercanía de esa pequeña abandonada por Neruda a punto
de estallar la Guerra Civil en España, dejada por su madre con una
familia de tres hijos en Gouda, muerta a los 8 años de hidrocefalia
en medio de la Segunda Guerra Mundial.
Quizás
busco la proximidad de una de las historias más tristes de este mundo.
Aún este
mundo no lo sabe. No sabe que Malva Marina yace allí. Es una visita
secreta. Como si ella misma fuese a hablar, fuese a contarnos la triste historia
que aún no conocemos.
Mientras me
cambio de trenes en este sábado de exuberante primavera, percibo el
paso de Alemania a Holanda. En mi estación de Münster, un grupo
de policías vigila los andenes con un perro amenazante, mientras fanáticos
del fútbol aúllan con banderas y latas de cerveza. Pienso en
Ana Frank y su familia, que en 1933 huyeron de Frankfurt a Holanda quizás
por esta misma vía, esperanzados de sobrevivir a la persecusión
judía de los nazis. Pienso en María Antonieta Hagenaar, la holandesa
de Java que fuera la primera esposa de Neruda. Aquella de los solitarios y
desterrados tiempos del poeta de "Residencia en la tierra". La que
fue suplantada por Delia del Carril en el corazón de Neruda en los
albores de la guerra civil española.
María
Antonieta, trágica figura -Maruca para Neruda- parte con Malva Marina
en los brazos, la pequeña nacida el 34 en Madrid, ya de 2 años
y con hidrocefalia. Maruca huyendo del abandono nerudiano, huyendo de la Guerra
Civil, con aquella niña enferma en los brazos, regresando a Holanda
probablemente el mismo 1936. Quizás Maruca tomó esta misma vía
para regresar a Holanda con la niña, tres años después
que Ana Frank, para asistir en 1940 a la ocupación nazi holandesa.
Mi tren pasa
por Gronau, cuna de la odiosa "Colonia Dignidad" chilena. Arribamos
a Enschede, la primera ciudad holandesa. Cambio de tren. Por la ventanilla,
faisanes y sus faisanitos, corderos nuevos, cisnes empollando entre los canales,
derroche de brotes verdes y flores, un sol radiante.
Entre tanta vida, voy al encuentro de la pequeña enferma, desamada,
abandonada, muerta a los 8 años en medio de la Gran Guerra.
Mientras Malva
Marina se aleja con su madre de la sangrienta España, de su padre Neruda,
la cabeza llena de agua y su soledad de niña minusválida en
medio de un continente de fuego, Neruda calla su existencia para siempre.
Hay apenas atisbos de una niña en su segunda "Residencia en la
Tierra": "Melancolía en las familias", "Maternindad",
y sobre todo, "Enfermedades en mi casa":
"sube sangre
de niña hacia las hojas manchadas por la luna/ y hay un planeta
de terribles dientes/ envenenando el agua en que caen los niños,/ cuando
es
de noche, y no hay sino la muerte,/ solamente la muerte y nada más
que
llanto".
Y más
adelante, en "Oda con un lamento" escribirá el poeta:
"Oh niña
entre las rosas, oh presión de palomas,/ oh presidio de peces y
rosales,/ tu alma es una botella llena de sal sedienta/ y una campana llena
de uvas es tu piel". (...) "...hay el agua que cae en mi cabeza,/
mientras
crece mi pelo,/ un agua como el tiempo,/un agua negra/ desencadenada..."
Federico García
Lorca, en cambio, sí escribió para ella los "Versos en
el nacimiento de Malva Marina Neruda", publicados recién en 1984:
(...) "El
Elefante blanco está pensando/ si te dará una espada o una rosa;/
Java, llamas de acero y mano verde,/ el mar de Chile, valses y coronas.
Niñita
de Madrid, Malva Marina,/ no quiero darte flor ni caracola;/ ramo de
sal y amor, celeste lumbre/ pongo pensando en tí sobre tu boca".
También
Luis Enrique Délano la recuerda en el libro "Neruda" de Volodia
Teitelboim:
"La recuerdo
como una niña pálida, de cabellos y ojos oscuros, como los de
Neruda(...). No hablaba, solamente miraba con sus ojos grandes y dulces,
como asustados. y cantaba!"
Sólo
sabemos de una carta del poeta a su padre donde la menciona, publicada en
"Neruda" de Teitelboim:
"Parece
que la niña nació antes de tiempo, y ha costado mucho que viva...
La
niña es muy chiquita, nació pesando sólo dos kilos cuatrocientos
gramos,
pero es muy linda, como una muñequita (...). Por supuesto que la lucha
no ha
terminado aún, pero creo que se ha ganado ya la mejor parte, y que
ahora
adelantará en peso y se pondrá gordita pronto".
Malva Marina
se aleja de su padre para siempre.
Neruda, en medio
del fuego que sangra al pueblo español, viviendo las muertes estremecedoras
de García Lorca y Miguel Hernández (de este último se
conoce una carta sobre Malva Marina), y otros, organiza congresos antifascistas,
escribe "España en el corazón". Regresa a Chile con
La Hormiguita, la pintora Delia del Carril. Su padre muere en el sur. Su Mamadre,
poco después. Al sacar el ataúd del padre para unirlo a la Mamadre,
siento acercarse a Malva Marina en las palabras de su padre:
"La humedad
de la zona había partido el ataúd y, al bajarlo de su sitio,
yo
sin creer lo que veía, vimos bajar de él cantidades de agua,
cantidades como
interminables de agua (...). Ahora bien, esta agua terrible, esta agua
salida de un imposible, insondable, extraordinario escondite (...) me
advertía otra vez con su misterioso derrame mi conexión interminable
con una
determinada vida, región y muerte".
Malva Marina,
el agua de su cabeza. El agua del cuerpo de su padre. Y las vírgenes
en los cenotes, en México.
Porque después
de que Neruda organizara la huida de miles de españoles con el barco
"Winipeg" de Francia a Chile, parte a México. Malva Marina
cumple 5 años en Gouda, en medio de la guerra, lejos de padre y madre,
con su familia adoptiva compuesta por Hendrik Julsing y Gerdina Sierks, y
sus hijos Heika, Geesje y Frederik. Si alguno de ellos vive aún, se
ignora.
Neruda descubre
la magia de México en 1940, mientras los nazis invaden Holanda. El
visita los cenotes mayas en Yucatán donde se sacrificaban a las vírgenes
con cadenas de oro. También allí pareciera estar Malva Marina
presente:
"...pero
yo, al entrar en esas soledades, no busqué el oro sino el grito de
las doncellas ahogadas. Me parecía oír en los extraños
graznidos de los
pájaros la ronca agonía de las vírgenes; y en el veloz
vuelo con que
cruzaban la tenebrosa magnitud del agua inmemorial, adivinaba las manos
amarillas de las jóvenes muertas".
Quizás
buscaba Neruda a Malva Marina, doncella ahogada en el agua inmemorial de su
cabeza?
Mientras Neruda
recorría México, comenzaba en 1942 la persecusión de
judíos en Holanda y Ana Frank se escondía con su familia en
la calle Prinsengracht de Amsterdam. Ana comenzó a escribir su diario
de vida mientras Malva Marina vegetaba en Gouda. El 2 de marzo de 1943 terminó
la breve vida de Malva Marina. No sabemos cómo. Su padre se enteró
de la noticia en México. Ni una palabra dijo en público sobre
ella. Tampoco la menciona en sus memorias ni existe algún verso dedicado
a María Antonieta.
Todos llevamos
zonas dolorosas y oscuras en nuestro interior. Esta es, sin
duda, la zona más oscura de Neruda.
Dos años
después, en 1944, Ana Frank moría en el campo de concentración
de Bergen Belsen y su Diario daría cuenta de aquellos duros tiempos.
Antonio me espera
en la estación de Gouda. El mercado con sus famosos quesos, un sol
inauditamente luminoso para estos parajes, un mar de gente, invaden las viejas
callejuelas de la ciudad. El camino al viejo cementerio es aventurero. Hay
que cruzar puentes, molinos de viento, un canal donde empollan aves al lado
de los transeúntes, barcos donde vive gente, una fábrica monumental
llena de tubos metálicos.
Antonio está
aliviado: María Antonieta Hagenaar había pagado antes de su
muerte -al parecer en 1965, en La Haya, después de un corto regreso
a Chile bajo González Videla- los derechos de la tumba de la niña
hasta el 2003.
Pensando que ya no existía, descubrió Antonio que hace poco,
aquel cementerio antiguo fue declarado monumento nacional, y las tumbas quedarán
allí. Me pregunto si será una coincidencia, o Malva Marina esperaba
ser descubierta este preciso año en que su padre cumpliría 100
años, y ella, 61.
La entrada al
viejo cementerio. Al fondo, los altos tubos metálicos de aquella fábrica.
El tiempo se ha detenido aquí. Un verdor antiguo, tumbas carcomidas
por las hierbas. El señor Spliep, cuidador del cementerio, nos acompaña
a la tumba de Malva Marina, a la izquierda de la entrada. Sólo las
lápidas asoman entre la maleza alta. Sí. La tumba de Malva Marina
es bella. Tan gris y carcomida como las otras, pero en las cuatro esquinas,
con lugar para poner las plantas con flores lilas que le trajimos. Los bordes
de su tumba tienen hermosos azulejos blancos. En la lápida puede leerse,
traducido del holandés:
"Aqui descansa
nuestra querida MALVA MARINA REJES nacida en Madrid 18 agosto 1934 fallecida
en Gouda 2 marzo 1943".
Siento que la
niña -como una suerte de Bella Durmiente- nos esperaba. Esperó
100 años para volver a despertar. Los 100 años de su padre.
Münster,
Alemania, 13 de mayo de 2004