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LOS ORIGENES DE LA POETICA CONTEMPORANEA: EL FORMALISMO RUSO

 

Hasta los alboree del siglo XX se puede decir que los estudios artísticos -y literarios en particular -, constituían mucho más una actividad "artística" que una disciplina orgánica y científica. En Francia predominaba el comentario de textos cuyo valor dependía funda-mentalmente del gusto y de la agudeza del crítico. En Alemania la literatura era estudiada casi exclusivamente desde un punto de vista histórico, mientras que en otros países, en España e Italia, los estudios literarios eran concebidos como recuentos cronológicos de la vida y de la obra de los autores.

Descontentos con estos procedimientos, que también Imperaban en los círculos de críticos y de académicos de la Rusia zarista, hacia 191 5 se constituyeron, en Moscú y en San Petersburgo, sendos grupos de jóvenes intelectuales cuyos propósitos eran renovar totalmente la naturaleza de los estudios literatos y dotarlos de la objetividad y de la base científica de que hasta entonces carecían. Tanto el "Círculo Lingüístico de Moscú" como la "Sociedad para el estudio del lenguaje poético" de San Petersburgo (OPAIAZ), se abrieron paso rápidamente y su doctrina, conocida como Formalismo Ruso, adquirió un cuerpo y un vigor intelectual poco común, gracias a la gran cantidad de inteligentes escritos que se fueron sucediendo con gran éxito.

Lo que nos interesa destacar aquí - y someter a examen crítico- es la original concepción del arte (y más específicamente de la literatura) que el Formalismo Ruso elaboró, y que fuera de toda duda, ha sido de singular significación en la constitución de las más vigentes y actuales teorías de la literatura, tanto a uno como a otro lado del Atlántico.

El primer principio, mutuamente compartido, era la convicción de que la literatura debe ser, lo mismo que cualquier otro, un objeto con sus propiedades, estructuras y leyes propias. Hasta entonces el arte había sido estudiado exclusivamente como fenómeno ligado y dependiente de la historia. La creencia en la objetividad de la literatura llevó a estos teóricos a indagar con métodos rigurosos y racionales aquello que justamente posibilita que una obra literaria sea considerada como artística. De esta suerte la teoría del método formal elevó la literatura a la categoría de objeto autónomo de la investigación, liberando a la obra literaria de todas las condiciones ajenas a su naturaleza y que impedían un acercamiento objetivo y científico. También aceptaron desde un principio la tesis de Knechenik de que una forma nueva produce un nuevo contenido y de que el contenido queda condicionado por la forma (entendida como la suma de todos los medios artísticos empleados en ella) abandonando de esta suerte la vieja concepción filosófica, hasta entonces plenamente vigente, en la cual es posible distinguir en la obra de arte el contenido de la forma, como el vaso de vino. En 1921 Jakobson propuso como objeto específico de la ciencia literaria lo que denominó "literariedad" ("litoraturnost' '), como lo estrictamente artístico de la obra literaria, diferente por cierto del clásico concepto de literatura y, por supuesto, de la obra artística como objeto material. Desde entonces los investigadores formalistas dedicaron sus mejores esfuerzos a describir científicamente el quíd de la literatura, la esencia del fenómeno literario. Obviamente - como ocurrió más tarde con el Círculo de Viena y con el Círculo lingüístico de Praga- no hubo acuerdo en todo, pero sí en suficientes puntos y materias como para que se justifique hablar de una escuela con. un ideario y con una doctrina propia y original.

En la empresa se valieron del importante concepto de "función", el que les permitió conectar sus reflexiones abstractas con los textos literarios singulares. Encontramos por ello, en la producción de los formalistas, trabajos puramente teóricos y otros de aplicación en los que se toma y se analiza una obra concreta buscando observar cómo se organizan los hechos literarios, cómo funcionan en el texto los principios y mecanismos de construcción, ya que se veía cada más claro que la obra de arte obedece a principios arquitectónicos de construcción y organización que la dotan de una estructura (en el sentido técnico del término), funcional específica. Pensaron que la poesía era una creación lingüística excepcional posibilitada por ciertas formas estructurales. Ese carácter netamente creador y finalista del lenguaje poético quedó igualmente bajo la atenta mirada de los formalistas rusos.

Fue también tarea de los primeros momentos del Formalismo el dedicar cierta energía a destruir algunas arraigadas e influyentes opiniones de conocidos teóricos de la literatura de la Rusia. de la, segunda mitad del XIX. Shklovsky puso de manifiesto en su célebre trabajo de 1916 "El arte como artificio", la insolvencia de la idea de Potebnia y Belinsky que concebían la poesía como "pensamiento por medio de "imágenes". Estos teóricos creían que la poesía era una manera singular de pensar con la ventaja, frente al pensamiento puramente conceptual, que permitiría una determinada economía de fuerzas mentales, una "sensación de ligereza relativa", característica de la vivencia estética, pues la imagen, dice Potebnia, es mucho más clara que lo que el pensamiento conceptual explica. Esta teoría de Potobnia estaba relacionada con otra intuición fecunda que los Formalistas tomarían, corregirían y desarrollarían en el curso de sus investigaciones. Efectivamente, Potebnia había ya postulado que la literatura es esencialmente un lenguaje poético, pero no distinguió entre una función poética y otra simplemente comunicativa del lenguaje., como sí lo hicieron los Formalistas. De cualquier manera creyó ver toda la substancia del arte verbal en la imagen y en la metáfora, lo que limitaba la literatura tan sólo a uno de los artificios o mecanismos de que se vale el artista para producir la obra de arte literaria.

Los Formalistas rompieron igualmente con la vieja idea retórica de acuerdo con la cual el lenguaje literario, y específicamente el poético, consistiría poco más o menos en el adorno del lenguaje ordinario mediante los procedimientos retóricas del metro, la rima, el verso y las figuras para propugnar, en cambio, que la poesía obedece a dos principios complementarios: el sintáctico y el rítmico. Pusieron especialmente atención a la forma - aunque más tarde flexibilizaron esta postura- en tanto portadora de los rasgos relevantes de un sistema poético, viniendo por este camino a hacer converger, en definitiva, los concepto de "literariedad" y , "forma".

 

Texto extraído del libro "Filosofía del Arte y la Literatura" del autor: Juan O. Cofré




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