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Mitos y errores históricos en la navegación a vela.


Los mitos son creencias de una cultura, de una disciplina o de una comunidad, la cual los considera
verdaderas. Son “verdades” no demostrables pero necesarias para soportar teorías.
La navegación a vela y las técnicas que empleamos para lograr un mejor rendimiento, mayor
velocidad, mayor potencia, está influenciada por muchos “mitos” creencias o ficciones que se arrastran
por años.
Estos mitos no nacen de la sabiduría de los viejos navegantes, sino que aparecen en nuestra
disciplina a partir de la publicación de los primeros libros orientados a explicar en forma científica los
funcionamientos de las velas, publicados en el año 1925 o cercanos a él. Los mitos generalmente son
creencias no demostrables, o de difícil comprensión, sin embargo son útiles para quien, sin base o conocimiento,
trata de justificar una acción.
A falta de una indispensable investigación orientada a la navegación a vela en esa época, y para
explicar lo que ocurre en nuestras velas, los primeros autores recurrieron a los fenómenos físicos descubiertos
para otras disciplinas, como la aeronavegación, desconociendo por completo los importantes
principios físicos ya conocidos en esa fecha, y pasando por alto el importante detalle que se trata de dos
disciplinas diferentes, regidas por leyes físicas parecidas, pero no iguales.
Pero, ¿cuál es el origen y en que me baso para lanzar tamañas afirmaciones? Partamos por el
principio:
Desde hace siglos que los hombres deseaban volar como los pájaros y de acuerdo a sus precarios
medios inventaron alas y artilugios destinados a emular a los plumíferos voladores. Muchos murieron
en el intento.
En los inicios del siglo veinte, año 1900 adelante, y aprovechando experiencias anteriores, aparece
una generación de nuevos investigadores de temas relacionados con los fluidos y su efecto sobre
los objetos. Entran en escena para dar un enorme impulso a los conocimientos de “La Mecánica de
Fluidos” y su aplicación práctica. Es la época del inicio de la aeronavegación en donde los países más
avanzados y emprendedores no economizaron recursos destinados a la investigación para crear aparatos
voladores.
Los descubrimientos de esa época, en que la pretensión de velocidades de vuelos no era alta,
no han sufrido importantes variaciones hasta la fecha. Los actuales libros científicos no aportan grandes
avances en los temas referidos a la acción del viento sobre los elementos a bajas velocidades, que son
diferentes a la acción de fluidos sobre cuerpos insertos en ellos a altas velocidades, como se podrá ver
más adelante.
El viento y el agua, actúan en forma diferente en nuestras velas, en nuestro casco y en todo objeto
material cuando actúan a baja velocidad que cuando lo hacen a gran velocidad. ¿Cual es el límite?
La respuesta es extensa y es el tema de estos apuntes.
Para argumentar lo que expongo los llevaré a un breve recorrido por la historia de esos investigadores
aeronáuticos y mencionaré algunas instituciones que nacieron, para resaltar la importancia que
tuvo el desarrollo de la aeronavegación en el ámbito mundial, en relación con la poca importancia que
se le ha dado históricamente a la investigación de fenómenos físicos relacionados con la navegación a
vela y vuelos a bajas velocidades.
La mayoría de las primeras explicaciones de los fenómenos físicos que se llevaron a textos de
velas, son verdaderas copias de las investigaciones aeronáuticas, y estructurales como las desarrolladas
por Eiffel, también a principios del siglo XX.
Todos estos descubrimientos y conclusiones destinadas a la aeronavegación fueron expuesta
al conocimiento público después de la primera guerra mundial o sea en los años cercanos a 1920. Se
destacan en esto las publicaciones hechas por N.A.C.A. de Estados Unidos de América y otras instituciones
similares de otros países.

Muchas de las recopilaciones hechas por importantes autores como Warner and Jhonston en
su libro “Aviation Handbook” y Kart D. Word en su libro “Technical Aerodynamics” en los años 30 y
otros, fueron posteriormente ajustadas y vertidas en libros para la navegación a vela.
Lo grave, es que hasta hoy, los textos de velas de gran difusión, así como artículos de expertos
en navegación difundidos por Internet, los criterios empleados por fabricantes de velas, siguen repitiendo
esquemas aeronáuticos discutibles en materias que son fundamentales, como la generación de la
sustentación en una vela y el equilibrio de una embarcación debido al cambiante centro de presión, de
las formas de velas y del funcionamiento cuando forman sociedad foque mayor. Siguen considerando
a la vela como un ala de avión.
Los investigadores de la aeronavegación, de principios del siglo XX, estudiaron muchos perfiles
de alas en túneles de viento de distintas formas y lo importante para ellos era determinar;


1.- La capacidad del perfil para generar fuerzas opuestas a la fuerza de gravedad,
2.- Que tuvieran el menor arrastre, o sea menos resistencia al desplazamiento,
3.- Que fueran estables al paso del viento.


Descubrieron que los perfiles unidimensionales como nuestras velas cumplían con los dos primeros
requisitos, pero fallaban estrepitosamente en la estabilidad del vuelo, para la velocidad que necesita
un avión. A partir de ese momento dejaron de lado las formas aerodinámicas unidimensionales y se
abocaron a investigar las alas de aviones que hoy conocemos.
A estos prácticos investigadores, alemanes, norteamericanos, franceses ingleses y de otros países,
les importaba básicamente las tres características mencionadas sin detenerse a analizar fenómenos
físicos que para la vela son de enorme y vital importancia, como la capa límite, (Prandt en 1904) o sea
los efectos de la viscosidad del fluido sobre la superficie de velas y cascos, y los descubrimientos de
Reynolds referidos al desprendimiento de dicha capa límite, o sea cuando se inician las turbulencias.
Para grandes velocidades la capa límite de los cuerpos que se desplazan, es siempre turbulenta,
por lo que simplemente dejaron de considerarla, indicando en sus ensayos sólo el Nº de Reynolds de
los ensayos, como testimonio.
La aplicación de estos fenómenos físicos en la navegación a vela, al revés que en la aeronavegación,
son de enorme importancia. Su aplicación destruye o hace desaparecer muchos de los mitos que
nos rodean en la navegación a vela y a la vez explica otros comportamientos físicos con los cuales nos
topamos siempre mientras navegamos. La aplicación de estos principios hace que le demos no tan sólo
importancia a la generación de potencia a nuestras velas sino al arrastre o freno que los fluidos agua y
aire oponen a nuestro desplazamiento. Nos hace entender que para ir más rápido debemos eliminar los
factores que frenan, el arrastre.
Numerosos textos de navegación aun afirman, que el flujo que traía un rumbo destinado a acceder
por barlovento, antes de llegar a la vela se desvía hacia sotavento, lo que obligaría a que la mayor
profundidad debería estar en la primera parte de la vela, que permitiría aumentar el ángulo de cazado
respecto al rumbo del flujo general, que la sustentación es generada en las velas por la diferencia de
presión entre los costados, que la sustentación se genera principalmente en la primera parte de la vela
y que es varias veces superior a la presión directa del viento por barlovento, que el flujo a través del
canal formado por foque y mayor se acelera para generar mayor diferencia de presión, otros autores
afirman que el flujo debe detenerse justo en el paso de la canaleta para después acelerarse, que el centro
de presión se encuentra en el tercio de la cuerda desde el punto de ataque, que el equilibrio de un velero
sólo depende del centro de presión o centro de empuje de las velas y de la orza o quillote, que el agua
se desliza en contacto con la superficie del casco, que el aire lo hace en contacto con la superficie de la
vela, etc....