PASIÓN
Ricardo
se disponía a abrir la puerta de su vehículo,
cuando se pronto vio aparecer a esa morena que con su sensual
vestido subyugaba su mirada. En ese momento el hombre creyó
que esa era su gran oportunidad. Inventando un piropo se acercó
a ella y la abordó. La dulzura de Ricardo hizo que
la muchacha condescendiera inmediatamente.
- Me llamo Angélica – dijo ella en tono sensual.
- Y yo me llamo Ricardo – repuso inmediatamente él
y enseguida prosiguió:
- ¿Te gustaría tomar un trago?
- Encantada – dijo Angélica, acercándose
aún más a Ricardo. Y así
ambos subieron al vehículo. En el camino se produjo
un notorio flirteo entre ellos. Ricardo miraba audazmente
el cuerpo de la muchacha y ella le respondía con sugestivas
palabras.
- ¿Qué tal si estacionamos aquí? –
dijo Ricardo, indicando un callejón apartado.
- Me parece bien – respondió ella.
Ambos denotaron en sus rostros las ansias de estar a solas.
Una vez que el auto se detuvo, Ricardo se aseguró de
cerrar bien las puertas y los vidrios y mediante un switch
del panel comenzó a inclinar el asiento de su acompañante.
Ella no decía nada. Sólo lo miraba en silencio.
Sus penetrantes ojos verdes se dejaban entrever a través
de un finísimo haz de luz. Por un instante ambos quedaron
quietos. De pronto Ricardo intentó acercársele,
pero ella lo contuvo diciéndole:
- No, Ricardo. No te equivoques. Te debo confesar algo –
y acomodándose en el asiento, encendió un cigarro
y prosiguió – Yo en realidad no soy una mujer.
Soy un travestí. Yo soy un hombre.
Ricardo, perplejo, la observó de arriba hacia abajo,
y reclinándose en su asiento, abrió el vidrio,
y tomando un gran sorbo de aire, dijo:
- Son increíbles las curiosidades que hay en la vida
– y lentamente comenzó a desprenderse de su chaqueta,
para luego proseguir con la camisa y el pantalón, dejando
entrever sus curvas femeninas. El travestí la miraba
atónito. La pasión se apoderó de él,
y tomándola en sus brazos la penetró.
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