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DE NIÑA A MUJER

Paola estaba melancólica en esa cálida mañana de febrero. Miraba a su alrededor y se miraba al espejo. Su cuerpo ya no era el de una niña. Su largo pelo ya casi le alcanzaba la cintura. Sus senos estaban crecidos y con ese camisón de dormir parecía una virgen. Girando sobre sus talones se asomó por la ventana. Tomó aquella blusa de azulinos colores y mirándola al trasluz se decidió por ella. Luego comenzó a quitarse el camisón. En ese momento vio la mancha. Se asustó y su primer impulso fue esconder la prenda. La apretó contra sí y se dirigió al baño. Sin pensar empezó a lavar el camisón en el lavamanos, pero la mancha no desparecía. Se miró en el espejo pero ya no se sentía la virgen de un rato de un rato atrás. Palpó su cuerpo y sin embargo, estaba igual. Continuó con la búsqueda hasta descubrir el origen. En ese momento golpearon la puerta. Rápidamente se vistió y salió tímidamente al pasillo. Ignacio, su padre, la andaba buscando para que le acompañara al parque. Ella no quiso defraudarlo y aceptó la invitación.
Salieron al jardín. Ahí estaba José, el lechero. Paola lo miró con cierta reticencia. Recordaba su reciente experiencia. Maquinalmente tomó la caja de leche, la guardó y siguió a su padre. Al llegar al parque, se sentaron en un escaño. Ignacio se distrajo dándoles comida a las palomas. Paola estaba abstraída en sus propios pensamientos. Se sentía culpable. De pronto vio unas niñas jugando a su alrededor y quiso integrarse, pero su cuerpo no le respondió. Se sentía torpe y es más, ya no se sentía niña. Su padre la miraba en silencio.
- ¿Qué sucede Paola? – preguntó en tono paternal.
- Nada – respondió lacónicamente ella.
- “Noto rara a Paola” – pensó Ignacio.
- “Mi papá se va a dar cuenta” – pensó ella.
- “¿Cómo hago para que me lo diga?” – pensó él. Mientras tanto las niñas
Seguían saltando y gritando, denotando toda su infancia.
- “Qué ganas estar jugando con esas niñas”.
- “Qué raro que ella no vaya a jugar con esas niñas. La notó triste. A lo mejor Paola quería estar a solas y me está acompañando aquí”.
- “Hubiera querido estar con mi mamá”.
- “Como quisiera ser un reemplazo de su madre”.
En ese momento Paola giró su rostro hacia Ignacio y balbuceó unas palabras ininteligibles.

Te escucho, hija mía, dime – repuso Ignacio. Paola enmudeció. Se levantó de su asiento y se colocó a espaldas de su padre.
- Papá no quiero que me mires, pero he menstruado – Ignacio quedó atónito, pero después reaccionó. Quiso abrazarla, pero no estaba a su alcance. Entonces, poniéndose de pie, se acercó a ella y sin decir palabra la besó en la frente.




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