Como
es de suponer, en un país como el nuestro,
el oficio de escritor podría ser un oficio
sin esperanza.
En un mercado pequeñísimo, (donde
muy poca gente lee), ediciones inabordables por
su costo y espacios culturales mínimos,
falto de incentivos, el escritor es un ser casi
perisférico, en su mayoría además,
imposibilitado de ganarse la vida con su trabajo.
Cuando nos enteramos que doscientos artistas
sin honorarios ni goce de sueldo, asumirían responsabilidades
de directores en distintos estamentos de la nueva institucionalidad
- así está concebido el proyecto original
– se vuelve complicado de entender. En un mundo
global y de mercado, donde se cobra, donde el tiempo
vale oro, a nadie se le pasa por la cabeza que los directores
del Banco Central o de TVN lo hagan por los aplausos
o ad honorem; los artistas sí, deben entregar
su tiempo y trabajo gratis y queda por escrito.
El
nunca se creyó crítico. Siempre dijo que
era un lector que a otros participaba del placer o disgusto
que le provocaba la lectura.
Pocos le creyeron o entendieron.
Como crítico quedó y como crítico
murió. Así aparece en las historias, en
los panoramas, en las semblanzas literarias. A pesar
suyo. El se consideraba un simple cronista literario,
un novelista de libros, que contaba al público
como le había ido en esa aventura que es leer
un texto.
Nació en 1967, en Valdivia. Periodista y Licenciado
en Información Social de la Universidad Católica.
Egresado de la licenciatura en letras de esa misma casa
de estudios. Colaboró en el suplemento Literatura
y Libros del desaparecido diario La Época, y
en las páginas culturales de La Tercera y la
revista Qué Pasa. Editó la selección
de cuentos universales “Antología de la
astucia”, junto a Luis Vargas Saavedra (editorial
Los Andes) y obtuvo el primer premio en los concursos
de cuento “Instituto de Letras”, de la Universidad
Católica, los años 1995 y 1996. El año
2002 obtuvo el primer premio en el concurso de cuentos
breves “Santiago en 100 Palabras”.
"En la escritura hay como fermentos vivos que se
declaran en determinados momentos con más fuerza
que en otro, o sea, todo lo que he hecho quizás
lo habría hecho antes, con o sin Golpe, de una
manera más tenue o en otra dirección,
o en otro sentido. El Golpe ha desarrollado en mí
ciertas tendencias que eran previas."
Escritores.cl,
prepara un catastro de los escritores chilenos
radicados actualmente, por diversas
razones, en el extranjero.
De este catastro nacerá una antología
de la diáspora literaria
chilena que será publicada en este portal.
( www.escritores.cl )
Patricio Silva O., de profesión Ingeniero Civil,
ha incursionado con éxito en las letras. Comenzó
escribiendo poemas, para después, el año
1996, iniciarse en la prosa. Desde esa fecha hasta
ahora ha tenido una incesante producción literaria,
parte de la cual ya está siendo editada en
dos libros. El primero fue, “Hospital Judicial”,
y el segundo, “Ventanas de papel”, es
una colección de cuentos y poemas
pronto
a editarse.
El
humorismo escrito era muy escaso cuando Simón
inició sus colaboraciones en la prensa. Se
suele recordar los nombres de José Joaquín
Vallejo, Jotabeche ( 1811-1858), escritor de los Artículos
de Costumbres; Joaquín Días Garcés
(1877-1921), conocido como Ángel Pino; Pedro
Nolasco Cruz (1857-1939); Martín Escobar (1886-1920);
aunque ellos, con la sola excepción de Joaquín
Díaz Garcés, exhibieron humor en calidad
de escritores más que de periodistas.
Ni siquiera se necesita memoria para recordar a Juvencio
Valle, porque es un poeta de nuestros días,
de los mejores poetas nacidos en esta tierra, marcado
por el destino para vivir, como otros grandes, cuando
Neruda ocupaba con esplendor el escenario de la fama
y se quedaba con todos los elogios.
Este chileno ilustre y poeta magnífico, fue
también corresponsal de guerra de la revista
“Ercilla” en España, durante dos
años, a partir de 1938. De él ha dicho
recientemente el ex jefe del gobierno español,
Felipe González: “A través de
sus escritos he podido conocer su vida, su extraordinaria
obra poética y su amor por España”.
Eduardo
Molina Ventura – “El poeta Molina”-
bien podría ser uno de los escritores de los
que habla Vila Mata en su libro “Batlerby y
compañía”. Narradores y poetas
que por algún motivo reservaron sus talentos
literarios para sí mismos o para un reducido
grupo de amigos. Que esquivaron el coqueteo de las
musas o se negaron a publicar lo que de tarde en tarde
pergeñaban. Molina Ventura vivió hablando
de libros que estaba escribiendo y que nunca se hicieron
realidad.
De
la historia a la imaginación sólo media
un paso. El pretérito ofrece a los escritores
motivos suficientes para armar intrigas, tejer dramas,
uncir vivencias. Las letras chilenas muestran un amplio
panorama de novelas inspiradas en hechos históricos,
sobresaliendo sin duda alguna las dedicadas a nuestros
primeros próceres: José Miguel Carrera,
Manuel Rodríguez, Bernardo O’Higgins,
Thomas Cochrane, Lautaro o a épocas específicas
como el Descubrimiento, la Colonia, la guerra de la
independencia y la del Pacífico; la guerra
civil del 91 y la del 73.
Donde
van a morir los elefantes: una elaboración de geografía
e id-entidad
“Con
razón dicen que en Estados Unidos las universidades
son los sitios adonde van a morir los elefantes”
.Porque en la figura del escritor Chriboga, que ha
ido a dar a una universidad chica del medio oeste
norteamericano en una de sus vueltas, 14 años
más tarde de su casi mítico triunfo
como favorito de la super editora Nuria Monclús
en la Barcelona del Jardín de al lado y bastante
venido a menos, podemos advertir que se ha consumado
un ciclo. El protagonista de esta novela, Gustavo
Zuleta, profesor de literatura, comparte con el escritor
exilado chileno protagonista del Jardín de
al lado la mediocridad literaria.