LA CIUDAD AL ATARDECER
Apurados transeúntes se hunden
y desaparecen en el metro
Mientras un silencio vespertino
se traga la ciudad.
Los olores se confunden entre
aquellos
que llegan
y aquellos que se marchan
Cuando las calles de repente
parecen dormirse
y despertar al mismo tiempo.
Las vitrinas entonces
reflejan nuevos rostros
Miradas perdidas tratando
de encontrarse
Soledades y rarezas que han salido
con sus cuerpos
Los ojos de los perros
Y los viejos
Y los vagos
Y las putas
El murmullo de la noche
creciendo sin descanso
Cuando como a eso de las nueve
todo cambia
Se muda de sombras y de facha
De oficios y de habla
En esta oscura boca de asfalto
y de concreto.