EL VIAJE.
A ciertas horas cuando el tiempo es mero hueco
Y en que como una marea de huesos y de gestos
Cuerpos contra cuerpos se apiñan en el metro
En medio de muchos que están solos entre tantos
Una que otra mirada se cruza
pero se escapa.
Y estación tras estación
los pasajeros resfriegan
sus miembros con renuencia
Obligados mientras comparten ese ir y venir
desde algún lado hacia otra parte.
Son miles de individuos que huyen
de la gran ciudad que los anula y masifica
Esperando con impaciencia el fin de ese viaje
en que encerrados se marchitan
Cambiando de sitio sin moverse
Serpenteando entre las raices
de enormes moles de cemento.
Mientras intentan respirar ese
aire
que ventila los olores
que concentrados los asfixian
Bajo las calles que se estiran y se alargan
Como una culebra monstruosa y maloliente.
Hasta que su destino los alcanza.