Con el corazón en la mano
y el susto aún dibujado en el rostro,
escapó como una loca de
los que le perseguían.
Pero, los fantasmas la siguieron
calle abajo. Entonces, dobló la esquina
y se escondió detrás
de una puerta, hasta que llegó el amanecer.
Se habrán ido - exclamó
en voz alta - Y una voz le respondió: No,
aún te estamos esperando.