Estaba tan, pero tan cochino que
si le quitaban la mugre; desaparecía.
Pero su temor al agua no era injustificado
pues
él era tan viejo que parecía haber estado en el
diluvio.
Así que, lavarse aunque
fuera únicamente la cara, le aterraba.
Además que quedaría
completamente desnudo pues sólo la mugre lo cubría.
Lo mejor era dejarlo que siguiera
en ese estado, podrido, pero vivo
Hediondo como ninguno, pidiendo
limosna en una esquina
Por lo que buscaron a otro a
quien socorrer en ese día.