Antología de Cuentos breves

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PALABRAS
Luis Seguel V.

– Siempre me han gustado los telegramas, tienen algo especial, quizás es mi vena de romántico, las frases medio cortadas tienen algo de amor secreto, de romance a medias, de besos apurados en las sombras. Si señor, los telegramas son pequeñas historias escondidas. Es por eso que cuando me aceptaron en la oficina del correo, en este pueblo, a pesar que queda tan lejos de mi ciudad, dije que si sin pensarlo, ya ve usted que tengo mucho de romántico. Ayer llegó este, mírelo, léalo con calma, sin apuro, aún es temprano, a esta hora no entra mucha gente. ¿lo ve? Me imagino que tras esa palabra, hay todo un mundo, una intención, una necesidad, quizás una declaración...

– Jovencito, con este calor y tanto pájaro muriendo en las calles, lo
que menos quiero es saber sus gustos en materias que no conozco, los telegramas son telegramas y dicen lo que dicen, no le veo nada más.
Espero que no trate de analizar este. Debería abrir las ventanas hace
demasiado calor aquí.

– No puedo, los pájaros entrarían a morir y tendría que estar limpiando.
No, mejor me aguanto, total ya me ha pasado antes. ¿No le parece a usted
que los telegramas dicen cosas que no dicen? Mire; lo he pensado en
estos dos años que tengo en la oficina de correos, si dice “espérame”
allí hay un mundo de esperanzas, de ilusiones de que alguien llegará.
Hay sueños, hay ambiciones. Algunos nunca fueron retirados y yo los
tengo guardados, los leo y encuentro cada día un mensaje nuevo. Hay uno de dos palabras; “nació bien”; imagínese, un día habla de un hijo, hay caras contentas, hay regalos, hay abrazos de alegría. Al día siguiente lo leo de nuevo, imagino que las dos palabras hablan de un nuevo nacimiento en alguna hacienda, quizás un ternero nuevo, quizás un hijo de semental, comunes por acá, usted sabe. Otro día creo ver el nacimiento de una gran empresa, de señores que gastaron todos sus ahorros en un negocio naciente, esperanzas y sueños de nuevo.

Aquí hay doce palabras, no diez, ¿las pagará igual?

– Si, le pido que se apure, usted ve cosas donde no las hay, son solo
palabras que llevan una noticia o una petición, nada más; ¡Este calor!
no sé cómo usted aguanta, póngalo rapidito por favor y déjese de andar viendo cosas donde no las hay. Apúrese hombre.

– No me apure señor que me puedo equivocar ¿Va a firmar solo con una A?
Esa no se la cobraré. Lo que son las cosas yo vería mil palabras en esa letra, empezando por amor, ¿no le parece? O abuelito o abuelita según el caso.

– Es por mi nombre y la persona que lo recibe sabe quien lo envía.
Déjese de payasadas muchacho y abra las ventanas mejor, o cierre ya y váyase para la casa, este calor le está dañando el cerebro. Nadie envía mensajes completos o con doble lectura en los telegramas, nadie, mejor dedíquese a adivino.

– Se nota que usted está de paso, porque acá la gente sabe que yo
siempre interpreto lo que dicen los telegramas entre palabra y palabra,
a veces me equivoco. Pero lo que le quiero decir es, porque usted me
cayó bien, que las personas escriben los telegramas disfrazando todo, y eso es lo que yo amo de esto, porque detrás de ellos hay mucha vida, mucho amor y... ¿sabe algo? Después de varios años, como le decía, me he dado cuenta de una cosa, la gente lo único que hace al escribirlos es pedir auxilio, una ayuda, todos están solos, bueno, la mayoría...

– Ya córtela con eso jovencito; ¿terminó de poner el mío? ¿cuánto le
debo? Doce palabras, según usted.

– Me he dado cuenta que lo que mueve al mundo no es el amor como todos dicen ,esa si que es una mentira, lo que mueve al mundo es el odio, por odio se hace todo, por ira, por pena, por rabia, mire usted el suyo por ejemplo:

NO VENGAS STOP. PADRE MEJOR STOP, AVISO SI CAMBIA SITUACIÓN STOP.
ESTAMOS MEJOR SOLOS A. STOP”